Los feligreses se enteraron durante la celebración de la misa, el pasado sábado, de que habían entrado en la ermita de San Julián, en el centro del pueblo de Quintana, y habían sustraído el dinero de los limosneros y el dinero de las misas encargadas por los difuntos. Fue el párroco, Samuel Pérez, quien informó del robo.

Este párroco detalló que se han robado en once templos en los que es párroco, repartidos por la geografía sanabresa. "Se echa en falta la llave del Sagrario". Durante estas semanas otro sacerdote había celebrado las misas diarias, cuyo pago quedaba depositado para ayuda a la parroquia, como es costumbre. Para penetrar en el templo rompieron la cerradura.

Ningún vecino se enteró del robo perpetrado entre la noche del viernes y la madrugada del sábado. El vecino José Cifuentes explicaba que unos días antes, los chavales que veranean en el pueblo, le llamaron para que fuera a buscarlos a la torre del campanario donde estaban jugando, sobre las doce de la noche, porque oyeron unos ruidos sospechosos alrededor de la iglesia.

El propio Pepe pensó que podía ser alguna corza que merodeara alrededor de la ermita.

Aunque ahora los vecinos no descartan ninguna interpretación, como que estuvieran observando los mangantes que entraron en la iglesia.

Ante estos robos, el vecino no duda que quien comete estos robos "lo tiene estudiado, sabe cuándo pueden entrar".