El reporte en cuestión no es una serpiente de verano que quiera lanzar, ni cosa artística que se le parezca, pues ya es de sobra conocida la representación iconográfica de la serpiente a los pies de Santa María.

Pero cierto es, que en la pared trasera de la iglesia del Scriptorium donde se expuso hace poco el Beato tabarense, hay unos agujeritos por los que al amanecer salen unas inofensivas culebras de escalera, depredadoras de ratoncillos de campo, que al atardecer regresan de los verdes prados.

Como me precio de defensor de la fauna autóctona, diré que hay que preservarlas a toda costa, puesto que aquí el que las ve, si puede, las mata. Ya sabemos que la pared es ancha, pero en fin, que hay que arreglar el problema con finura ecológica, antes que por algún coladero penetren en el interior de la nave los animalillos y provoquen una injustificable salida de puntillas de los turistas.

Metido en estas de fomentar el arreglo, no sé a quién dirigir el caso, ya que tengo ciertas dudas sobre a quién competerá la competencia, me pregunto: ¿Será de la parroquia? ¿Será del Patrimonio Nacional? Dilema tengo y problemática hay, pero está claro que el cuidado del entorno debe ser del Ayuntamiento.

Así que manos a la obra. ¿Quién ha pagado el tejado de la torre? Raras cesiones diocesanas que se llaman a la propiedad, pero que no ponen de su parte nada. Me acuerdo de cuando fue panera... uf.

Tampoco el entorno o el monumento es buen sitio para aliviar el cuerpo, a lo cual debe advertirse con un letrero bien gordo. Ahora que me acuerdo, pobre iglesia de san Lorenzo, tan en ruina que ni siquiera se respetan los enterrados alrededor del antiguo cementerio.

¡Qué desgracia de patrimonio!