Nuestras vidas, las de los alistanos y alistanas, son un río tranquilo y turbulento que discurre por un valle de lágrimas donde, humildes y honrados, trabajamos cada día de sol a sol, de la anochecida al alba para sobrevivir, a veces necesitando recurrir a la ayuda divina, esa que nos hace ver que la esperanza es lo último que se pierde, aunque sea de puro milagro.

Cuenta la tradición las grandezas de la Gran Señora haciendo su milagros por estas tierras. Allá por Viñas, El Poyo y San Blas donde se apareció la Virgen de la Salud nos contaban de niños que había una escoba florida todo el año. En Quintanilha "La Riberinha" se le apareció a una pastorcilla sorda y muda que recobró la voz. En Villalcampo "La Encarnación" en su travesía del pueblo a la ermita de Valverde se giró hacia a el río Duero y gracias a ello se pudo llegar a tiempo de salvar a varios náufragos a los que las turbulentas aguas arrastraban hacia la muerte. A punto de sucumbir, rendirse y morir estaban los cristianos ante los sarracenos allá por Carbajales hasta que su capitán, rodilla en tierra, pidió ayuda a l madre de Dios y la "Virgen de Árboles" se apareció en el centenario negrillo llevándoles a la victoria y a sobrevivir. Entre Moveros y Constantim una alistano, que regresaba de ver a su amada en Tras Os Montes, se vio sorprendida por una tenebrosa tormenta y allí apareció la Virgen de la Luz para enseñarle el camino y salvarle la vida. Los milagros, como las desgracias, existen.