La Avispilla del castaño es una especie univoltina que completa una generación por año, producida por partenogénesis, un fenómeno de reproducción sexual anómalo en el que se desarrolla un embrión a partir de una célula de huevo no fecundada. Las larvas se mantienen durante todo el otoño e invierno en el interior de las yemas del castaño y se desarrollan muy lentamente en los primeros estadios larvarios hasta la primavera, que es cuando el crecimiento en las ultimas fases de las larvas da origen a la aparición de las agallas como respuesta del castaño al ataque.

En las larvas invernantes se produce la pupación de 20 a 30 días de mayo a julio. Los adultos de avispilla emergen a partir de mediados de junio y hasta mediados de agosto, dos meses donde con su vuelo expanden los daños. Por ello en estas fechas es la época ideal para localizar las agallas y en la medida de los posible poder destruirlas. Hay que tener en cuenta el riesgo de que realicen nuevas puestas.

Aunque su vida es muy corta, apenas viven 10 días, los expertos aseguran que pueden expandirse en áreas de entre 5 y 10 kilómetros: suficientes para cruzar de Portugal a España. Suelen depositar grupos de 3 a 5 huevos dentro de las yemas y en algunas de ellas pueden llegar a albergarse hasta 30 de diferentes hembras. Cada hembra puede poner de 100 a 200 huevos que eclosionan en periodos de 30 a 40 días y tras el verano inician el crecimiento larvario invernal dentro de las yemas asintomáticas.

Entre los castañicultores portugueses muchas de las desconfianzas iban ayer a que la avispilla pueda haber llegado a Tras Os Montes y Alto Douro a través de plantas híbridas llevadas hasta la región fronteriza por emigrantes lusos en España, Francia e Italia.