La localidad de Villabuena del Puente tiene en el Lunes de Aguas una de sus fiestas señeras. Tras un fin de semana cargado de actos lúdicos, ayer el pueblo celebraba el día grande con la procesión de la Virgen del Rosario que precede a la misa en la iglesia de San Pedro.

Un día prácticamente estival, para desespero del mundo del campo que ve cómo día a día la cosecha se pierde. Pero los vecinos de Villabuena y muchos hijos del pueblo que retornaron de sus destinos, pusieron a "mal tiempo" buena cara y renovaron una de las tradiciones más arraigadas en este municipio de la comarca de La Guareña.

Como mandan los cánones, el estallido de cohetes y repique de campanas anunciaba la fiesta mientras la comitiva municipal, con el alcalde Constantino de la Iglesia a la cabeza, partía del Ayuntamiento, precedida de la banda de música, hacia la iglesia.

Dentro del templo esperaban la Virgen del Rosario y el Niño Jesús para celebrar la procesión con el pendón abriendo camino y a los sones del himno nacional. Es uno de los momentos más emotivos de esta celebración religiosa, ayer con una presencia multitudinaria de hijos del pueblo. "Esta tradición no se puede perder" comentaba emocionada una señora mientras despedía a la procesión desde la puerta de la Iglesia. "Ya soy mayor para ir, yo espero dentro" explicaba.

Y mientras la Virgen del Rosario era acompañada por numerosos vecinos, el pequeño paso del Niño Jesús tomaba otro camino con una comitiva más reducida. Los dos desfiles llegan a un punto de encuentro, donde la madre recibe a su hijo para después retornar todos juntos de nuevo a la iglesia donde tuvo lugar la Misa Mayor.

Fue un día prácticamente estival, caluroso y seco, muy diferente al año pasado, cuando la lluvia fue generosa y regó los campos de la comarca. Por eso, ayer tomaba especial sentido la procesión de Lunes de Aguas, con una petición unánime de los vecinos, muchos agricultores y ganaderis, que desde hace tiempo añoran las lluvia. Una de las leyendas que rodea a esta fiesta de Lunes de Aguas es precisamente la salida de la Virgen como una rogativa ante la pertinaz sequía que asolaba a los cultivos.

Ayer esa petición se renovó con especial devoción ante la necesidad de agua que riegue los campos secos.