La población de Fermoselle inicia su trayectoria de romerías y lo hace participando con buena disposición en la celebración de San Albín, que destaca entre los eventos de esta naturaleza por la humildad de los actos y por el arraigo de los ingredientes religiosos, gastronómicos y musicales con los que alientan y hacen brillar el festejo.

El hecho de que la ermita de Nuestra Señora de la Merced esté emplazada en las inmediaciones o dentro del casco urbano favorece la presencia de todo tipo de personas, que toman el acercamiento al lugar como un puro paseo rematada por una entrañable romería que da pie al disfrute y a la convivencia.

La celebración de la misa es uno de los actos estelares y, como es habitual en las romerías fermosellanas, el Ayuntamiento invita luego a los romeros a recargar energías con licor y periquillos.

La música desgranada por los tamborileros de Juan del Encina crea una atmósfera que invita a los presentes a la danza y en la mañana de ayer hasta los residentes en el centro de la tercera edad Conchita Regojo se soltaron a bailar. El buen tiempo favoreció la estancia al aire libre.

La romería prosiguió por la tarde con una dedicación especial al aspecto gastronómico, con el hornazo y el huevo duro como dos productos básicos y típicos, y con la música como acompañamiento más saludable. Los romeros van dándose cita en los ámbitos de San Albín con un espíritu apacible y dispuesto a mantener viva el tradicional festejo, y lo hacen con especial presencia las familias con hijos pequeños.

La tarde es un momento propicio para que el sector infantil encuentre en los ámbitos de San Albín la zona recreativa apropiada para el divertimento. Los padres aprovechan la ocasión para que los hijos disfruten de la tarde y además preparan una merienda de "precocinados" con lo típico: hornazo, empanada, embutidos, queso y las correspondientes bebidas. De nuevo la Asociación de Tamborileros Juan del Encina ambientó el momento con su música.

No es una romería de gran concurrencia porque ni tiene la entidad de fiesta local ni mueve a la sociedad lo suficiente como para dejar de trabajar o realizar grandes traslados para tomar parte en la misma, pero es un festejo que tiene su trayectoria y que, cuando Fermoselle rebosaba de población, despertaba un verdadero interés social.