El Archivo Histórico Nacional guarda más de 44 kilómetros de documentación, pero el Beato de Tábara es el "niño mimado", tal y como lo calificó ayer la presidenta de la institución, Carmen Sierra Bárcena, durante la jornada de conferencias "Los Beatos medievales, una herencia compartida" desarrolladas en el salón de actos de la torre del reloj, que se quedó pequeño ante la masiva afluencia de expertos medievalistas y profanos interesados en la materia que se congregaron en la villa tabaresa. Los que se quedaron sin sitio podían seguir las charlas por videoconferencia en una habitación contigua de la biblioteca municipal. "Para un alto porcentaje de nuestros investigadores, no quiero decir casi todos, su documento favorito de nuestros fondos es el Beato de Tábara, a veces hasta me canso de hablar del Beato", bromeaba Sierra antes de presentar a tres compañeros del Archivo Histórico Nacional (AHN) que compartieron una de las ponencias que cerraban su 150.º aniversario, celebrado en 2016.

El jefe de la Sección del Clero, Luis Miguel de la Cruz, detalló los documentos que guarda el AHN sobre los monasterios que existían en la provincia de Zamora en la Edad Media. Si bien esta provincia no albergaba tantos como León, Burgos o Huesca, sí se tiene constancia en el archivo de la existencia de San Miguel de Camarzana, Santa Marta de Tera, San Pedro de Zamudia, San Salvador de Ayoó, San Salvador de Tábara y la primera fundación de Moreruela, que "parece ser que fue patrocinada por el rey Alfonso III a principios del siglo X". De estos monasterios no ha quedado ningún rastro de documentación directa, pero se conocen a través de copias tardías. Sí se conservan documentos directos procedentes del monasterio de San Martín de Castañeda, "concretamente 93 pergaminos, el más antiguo de 1018, y un tumbo de 1715", además de un legajo de Santa María de Moreruela. También hay, sobre Benavente, documentación del monasterio de Santa Colomba, del monasterio jerónimo de Nuestra Señora de la Piedad, desde el año 1420, y del Convento de Santa Clara desde 1478.

Pero la mayor parte de los fondos monásticos zamoranos proceden de Toro y Zamora, con alusión a multitud de monasterios masculinos y femeninos y también de muchas parroquias. De Toro el fondo más importante procede de Santa SofíaSanta Sofía, con un total de 72 documentos.

Pese a la escasez de documentos sobre el monasterio de San Salvador de Tábara, existe una certeza, como aseguró la presidenta de la Asociación de Amigos del Archivo Histórico Nacional, María Jesús Álvarez Coca, que el Beato de Tabara "es una de las mayores muestras del movimiento teológico y artístico que surgió en los monasterios de la Alta Edad Media, cuya copia y difusión es un compendio de la historia del arte desde el siglo IX hasta las tardías manifestaciones del siglo XVI", y recordó las palabras del medievalista americano John Williams que lo calificó como "el texto sintético más densamente ilustrado del primer milenio después de Cristo". Aunque existen controversias sobre su paradero a lo largo de la historia, se cree que pudo pasar por la Escuela de Traductores de Toledo, lo que explicaría las enigmáticas glosas árabes en los márgenes de las hojas.

Lo único cierto, es que ingresó en el AHN procedente de la Escuela de Diplomática, "escuela de formación de bibliotecarios, anticuarios y archiveros con sede itinerante", e1 28 de septiembre de 1900, registro de entrada del archivo número 71. En este momento curiosamente no estaba identificado como Beato de Tábara, sino como "facsímil de un códice escrito entre los años 968 y 970 conteniendo comentarios sobre el Apocalipsis y perteneciente a la Escuela Superior de Diplomacia". El modo en que la escuela adquirió el códice no está claro, aunque se sabe que ya pertenecía a ellos en 1872. Gómez Moreno indica en una nota sin aportar más datos que fue "donado por un funcionario del cuerpo diplomático formado en la escuela diplomática, muy activo en León", aunque no existe documentación que lo apoye.

La actual estructura del códice es consecuencia de una restauración dirigida en 1974 por Carmen Crespo Nogueira, que fue directora del AHN, conserva 171 hojas y posee restos de grasa de animal que, contrariamente a lo que se creía, no se pusieron sobre el pergamino para conservar los pigmentos sino que formaban parte de un sistema de reforzamiento de las tapas, tal y como explicó Juan Ramón Romero Fernández-Pacheco, jefe del Departamento de Conservación del AHN. Curiosamente cuando entró en el AHN lo hizo encuadernado "a diente de perro", una técnica para unir hojas sueltas. Fernández-Pacheco teme que en la escuela habían cortado los bifolios para repartir el texto entre los alumnos, "una práctica común en esa institución", y al entrar en el AHN hubo que recomponer los legajos a diente de perro.

Lo que se conserva comienza con el Apocalipsis de San Juan 9,14, porque las primeras hojas se han perdido y Fernández-Pacheco cree, por la tipografía, "que es evidente la mano de Magius en esa primera hoja, no cabe la más mínima duda tampoco por el hecho de esa inicial preciosamente decorada". A partir de la hoja 71 cambia el corpus, se distingue la mano de Emeterius y también la de Monius, el gran olvidado en la bibliografía sobre este códice. Por último se recogen las preciadas miniaturas asignadas a Emeterius. Lo que se desconoce es el papel de Senior en este códice, aunque se hace alusión a su presencia en el reverso del colofón "probablemente como alumno aventajado de Emeterius igual que Emeterius lo había sido de Magius".