Un grupo de agricultores de Matellanes, cansados de labrar y pastorear minifundios decidía solicitar a la Junta de Castilla y León la concentración parcelaria local y ni cortos ni perezosos lo hicieron el día 9 de septiembre de 1997. Un pueblo, pequeño en territorio y población, pero grande en ilusiones, que decidió dar un paso adelante, aunque muchos le les llamaras atrevidos y les condenaran al fracaso. Lo tenían muy claro: en la agricultura y ganadería la alternativa era renovarse o morir. Progreso y desarrollo rural son cosas de valientes y de echados para adelante, no para agoreros, y el tiempo, que casi siempre pone cada uno en su sitio, terminó por darles la razón por la que lucharon a los de Matellanes.

La Consejería de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y León tomo buena nota de los agricultores alistanos y, tras una larga espera de nueve años, el 18 de mayo de 2006 la declaraba de utilidad pública y urgente ejecución siendo consejero José Valín.

Paso a paso, sin prisa pero sin pausa, el proyecto fue tomando forma hasta hacerse realidad. Aquellas 750 hectáreas aportadas por 159 propietarios sumaban 5.456 parcelas, minifundios donde labrar con un tractor o cosechadora era imposible. Hoy, veinte años después de su apuesta por el progreso, los vecinos ya disponen de sus propiedades reconvertidas en 354 grandes y viables fincas de reemplazo.

Desde lo alto de sus atalayas naturales, como el "Cabezo de la Parada", al sur, de 872 metros de altitud sobre el nivel del mar, con punto geodésico; desde "El Cabecico", "La Majada" , "El Tesico" y "La Urrietica", donde antes había minifundios ahora se ven horizontes de grandeza: fincas como Dios manda. Tierras abiertas a las esperanza que han visto remodelados sus accesos viarios. Los retorcidos y estrechos caminos se han convertido ahora en una red funcional y moderna de 31 kilómetros y 997 metros de longitud, con 165 obras de fábrica, una construcción radial con sendas transversales, consiguiendo la diversificación de la agricultura y la ganadería y por consiguiente de la economía rural para mejorar la calidad de vida de las zonas rurales, en este caso Matellanes y sus gentes: 493.463 euros sin lugar a duda muy bien gastados.

La concentración parcelaria es una necesidad para los pueblos alistanos y para sus gentes, no solo para desarrollar agricultura y ganadería, sino también para ordenar un territorio donde en cada ecosistema fauna, flora y personas, durante siglos sobreviviendo, tengan la alternativa de vivir con dignidad y ganarse la vida. Eso es o debería ser el progreso y el desarrollo rural.