Fresno de la Ribera mezclaba ayer el carnaval más imaginativo con una de sus tradiciones más antiguas y arraigadas, la de los quintos que despedían a caballo su "mandato" corriendo los gallos. Primero, el antruejo en el que aficionados de todas las edades, pero en especial los más jóvenes, pudieron lucir sus disfraces en un desfile protagonizado por la carroza de las quintas, elaborada con mucho esmero por las muchachas del pueblo. Después, el turno de los jóvenes que con la mayoría de edad ya cumplida utilizaban la silla de montar como estrado desde el que narrar en verso la crónica de las aventuras vividas desde el último mayo.

Sonia Fernández, Carlos Franco, Rafael Berrocal y Lara Fernández recitaron sus relaciones sin apenas echar mano, ni ojo, ni oído a sus respectivos apuntadores. Las obras en el pueblo, los cortes de luz, la comedia representada en verano por los vecinos, la verbena de Selvatika y hasta Donald Trump estuvieron presentes en los versos que hicieron reír a todo el público, sin que tampoco faltaran recuerdos y agradecimientos a sus familias y alusiones a las juergas bien disfrutadas en los últimos meses. "Sepan que soy el más sensato/ de los quintos de esta manada/ cuando todos estaban de encierro/ yo a esas horas descansaba./ Quizás haya omitido/ algún pequeño detalle/ donde me encontraron durmiendo/ era en medio de la calle", recordaba Carlos Franco provocando carcajadas entre sus amigos y parientes.

Era Sonia Fernández la primera en descubrir sus relaciones para después colgar el gallo que toda la quintada se ocuparía de descabezar. Le siguieron, por orden de edad, los versos y los gallos de Carlos, Rafael y Lara, para poner punto y final a su quintada con la carrera de caballos, el momento para el que llevan semanas ensayando tanto los cuatro jóvenes como sus équidos, y que finalmente ganó Carlos Franco.

Una vez que los quintos bajaron del caballo y se quitaron las espuelas celebraron la ocasión con la tradicional carrera del bollo, en la que todos los amigos pasan por la casa de cada quinto para brindar en su honor. Lo que antaño era una pasta y un chupito de anís hoy en día se ha convertido en un gran convite en el que no falta ni comida ni bebida, tampoco el buen ambiente festivo que se prolongó hasta altas horas de la madrugada con la verbena que comenzaba a las once, en la que la afluencia se vio mermada porque muchos tenían que madrugar, aunque los carnavales sí son fiesta local en Fresno y los trabajadores locales sí se pueden permitir trasnochar.