95 efectivos del V Batallón de Intervención de Emergencias de la UME, radicado en El Ferral del Bernasga (León), están desplegados esta semana en la comarca de Aliste para practicar diferentes ejercicios de riesgo, así como para reconocer el terreno de primera mano y disponer de más datos sobre su orografía y los caminos disponibles en caso de que se requiera su intervención cuando surja un incendio forestal, algo bastante frecuente cada verano. Por ejemplo, este batallón de la Unidad Militar de Emergencias contribuyó a detener las llamas que arrasaron los parajes de Latedo, Sejas y San Mamed en julio de 2015 antes de que alcanzaran el pinar de Santa Ana, algo que habría multiplicado sus devastadores efectos, y en los próximos días volverán a recorrer la zona con sus todoterrenos y autobombas para identificar las nuevas pistas forestales abiertas después del incendio.

El teniente Fernando de Teso está al mando de los militares desplazados a la comarca, que han desplegado su campamento en el pabellón deportivo de Trabazos, prestado por el Ayuntamiento que preside Javier Faúndez, y tienen sus campos de prácticas en el río Manzanas y en el poblado del Salto de Castro. En este último enclave trabajaba ayer una sección -35 efectivos- a las órdenes del teniente del Río en una instrucción multirriesgo. Las construcciones abandonadas por Iberdrola en Los Arribes se convirtieron en el escenario simulado de una catástrofe natural en la que los militares debían apuntalar los edificios para asegurar su integridad, llevar a cabo rescates en vertical y buscar víctimas en zonas incendiadas utilizando equipos de respiración asistida.

Rescate vertical

Uno de los ejercicios que requería más personal era el de rescate vertical, que ayer llevaban a cabo desde el segundo piso de uno de los edificios del poblado , donde los militares tienen que buscar a la víctima -otro compañero hace ese papel-, colocarla en una camilla y habilitar una tirolina entre una de las ventanas de esa planta y el camión en el que habían transportado todo el material necesario para las maniobras. Una vez dispuesto el sistema, los efectivos que se encuentran abajo guían poco a poco el descenso de la camilla por las cuerdas con la fuerza y la velocidad adecuadas para salvaguardar la seguridad de la víctima, que además va protegida con un casco idéntico al de los militares y lleva sus extremidades inmobilizadas para evitar que toque la cuerda por instinto. Una vez abajo se introduce la camilla en una ambulancia de soporte vital avanzado para que el equipo de sanitarios la examine o traslade al hospital. Esta ambulancia estaba operativa de verdad para evacuar a cualquier militar herido en caso de que se produjera un accidente durante el transcurso de los ejercicios.

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