Biotecnólogos de las Universidades de León y Salamanca y dos empresas tecnológicas de León han probado desde 2014 cientos de bacterias autóctonas y han encontrado la clave para la producción de Boletus edulis. El trabajo, que supone un avance importante frente a las tecnologías desarrolladas hasta este momento, está financiado por el Plan Nacional de Ciencia y Tecnología, a través de un programa "Retos-Colaboración" desarrollado en parcelas del término de Rabanales de Aliste (Mellanes) y de Santibañez (León) .

Juan Antonio Sánchez y Julio Satín (Instituto de Restauración y Medio Ambiente), Daniel Blanco (BYDT, Fernando González-Andrés (Universidad de León), Encarna Velázquez (Universidad de Salamanca) y Álvaro Peix (CSIC) analizan la biotecnología aplicada que desarrollan, para producir boletus a nivel comercial, en jarales del centro-oeste de España y Portugal.

El objetivo es "Producir boletus en los terrenos adecuados para el crecimiento de la jara, pero en los que de manera natural no se produce el apreciado boletus. En muchos jarales de la provincia de Zamora se producen, de manera espontánea, boletus de gran calidad, los "Zamoranitos", pero en otros muchos suelos no se desarrolla el boletus, y hasta ahora no se ha conseguido introducir la preciada seta para explotarla a nivel comercial. ¿Imagina la repercusión económica que tendría extender la producción de boletus a otros jarales del centro-oeste de la península ibérica?".

Según ellos "Existen trabajos que han inoculado boletus en plantas de diferentes especies y han logrado que el hongo perviva, pero la fructificación del mismo, es decir la producción de la seta a unos niveles viables desde el punto de vista comercial, es todavía un reto, en el que nuestro proyecto ha realizado significativos avances. Una cosa es conseguir que el hongo perviva, lo cual hemos conseguido muchos grupos de investigación, y otra que forme los cuerpos fructíferos. Se necesitan como mínimo de 4 a 5 años desde que se termina la fase de investigación en laboratorio, hasta ver los resultados a nivel comercial".

Según manifiesta Juan Antonio Sánchez, "nuestra estrategia es seleccionar bacterias autóctonas, que forman una "asociación" a tres bandas entre la planta (la jara), el hongo (el boletus) y la propia bacteria". La existencia de estas colaboraciones planta-bacteria-hongo se descubrió hace muchos años, en 1971 Bowen y Theodorou ya hablaron de ellas y lo publicaron en una prestigiosa revista internacional. Luego en 1991 R. Duponnois and J. Garbaye descubrieron cuáles son esas bacterias, les pusieron "nombres y apellidos"": Pseudomonas fluorescens, Bacillus amyloliquefaciens y algunas otras de estos mismos géneros y de otros; genéricamente las denominaron "bacterias que ayudan a la micorriza". "Hemos leído en algunos medios que las llaman "bacterias que alimentan al boletus", pero eso es inexacto, quien alimenta al boletus es la planta (en este caso la jara), la bacteria es un tercer "partner" de esta asociación con una misión muy diferente y bastante más compleja".