La comparecencia de Juan Antonio Menéndez permitió que por primera vez diera respuesta al enfado de los vecinos de la comarca de Tábara, dolidos con el homenaje que tributaron a José Manuel Ramos Gordón cuando ya estaba cumpliendo condena. «Realmente yo no lo he permitido. Cuando fui a presentar al sacerdote nuevo a Tábara, alguien „no se quién„ me comunicó que querían hacer un homenaje a José Manuel y yo dije que no era conveniente hacerlo, este señor se ha marchado y no conviene que vuelva. Pero siguieron adelante, yo la verdad es que me desentendí del tema» explicó el obispo sobre este asunto.

Reveló además que cuando comunicó al ex párroco la pena que se le había impuesto, «le aclaré que no podía hacer actos públicos y debía estar en la residencia (de sacerdotes mayores, donde fue destinado tras apartarle de la parroquia)». ¿Desconocía entonces el homenaje? «Sí, nombré a una persona que le acompañara y no puedo estar al tanto de todo».

Preguntado si se destinó a Ramos Gordón a Tábara en el año 1990 para apartarlo del contacto con menores en el seminario de La Bañeza, «no creo que eso se pueda responder nunca porque quien lo mandó allí „el entonces obispo Antonio Briva Miravent„ ha fallecido, y yo no se las motivaciones».

Tampoco rehuyó Menéndez la no menos comprometida posible implicación de los encubridores de los abusos, con el nombramiento (en enero pasado) de Francisco Javier Redondo como vicario de Pastoral Social, uno de los sacerdotes apuntados por el exseminarista F. L., al que los menores agredidos por Ramos Gordón le habrían contado los hechos. «En el proceso se llamó a testificar a Francisco Javier y a otros sacerdotes apuntados por el denunciado. Eso está en los autos, la Congregación para la Doctrina de la Fe no ha visto que en eso hubiera indicio de delito y por tanto no mandó que se siguiera ningún proceso contra esas personas».

Respecto a la manifestación de mañana, convocada por exalumnos de los seminarios de La Bañeza y Astorga en solidaridad con el compañero que denunció los hechos y para pedir que se llegue hasta el final con las investigaciones, el prelado confirmó que el sábado no estará en Astorga para recibir a una comisión, como habían solicitado «y como he hecho con ex alumnos del Juan XXIII». Sin embargo no rechaza el encuentro; «les he propuesto la fecha del 28 de febrero pero me han dicho que no podían».

Aunque está llevando este proceso «con mucha paz y tranquilidad», el obispo de Astorga confesó que «estoy en vilo pensando en si me desayunaré con una cosa nueva; comprendan que esto es irresistible durante más de ocho días y llevamos casi tres semanas». Sin perder la serenidad, Juan Antonio Menéndez invitó «a todas las personas de buena voluntad y a todos los fieles cristianos de Astorga a acompañar con nuestra oración a las víctimas del dolor y al sacerdote que ha sido juzgado para que, profundamente arrepentido, pueda experimentar el consuelo del perdón de Dios.