Juan Pedro Oliver compatibiliza su profesión de abogado con la presidencia de Prodeni, una asociación humanitaria sin ánimo de lucro cuyo fin es la defensa de los derechos de los niños. En estos momento Oliver ejerce su doble condición de letrado y presidente de Prodeni al actuar como acusación popular en el llamado "caso Romanones", que a partir del 6 de marzo juzgará a un sacerdote por supuestos abusos sexuales a un menor desde 2004 hasta 2007. Inicialmente llegó a haber doce imputados, diez sacerdotes y dos laicos, pero para once de ellos los delitos estaban prescritos. Ese "caso Romanones" animó al ex seminarista de La Bañeza a denunciar ante el papa los abusos sexuales del sacerdote Ramos Gordón, que reconoció los hechos y ha sido castigado por la Iglesia.

-El caso de pederastia en Castilla y León ha demostrado el desamparo de la niñez, en este asunto a finales de los 80. ¿Situaciones como ésta justifican la labor de Prodeni?

-Así es. Este año cumplimos 30 trabajando a favor de los niños como entidad de utilidad pública porque por muchos derechos teóricos que tengan, en realidad los niños siguen siendo propiedad de los adultos. Cuando Kofi Annan dejó la secretaría general Naciones Unidas dijo que el mundo adulto había fracasado con los millones de niños del planeta. Lo dijo una autoridad mundial, es decir, los niños siguen siendo los grandes olvidados, no tienen opinión y todo el mundo tiene derecho sobre ellos.

-Pero la situación no es igual, ni mucho menos, en este mundo global, por fortuna.

-Hay niños especialmente vulnerables. En España hay actualmente 35.000 menores tutelados por la administración. Son los detectados oficialmente, a parte hay cantidad de niños en situaciones de riesgo que no se detectan. Son personas totalmente vulnerables por eso es necesario que tratemos de ayudarles.

-En el caso de la Iglesia los padres dejaron a sus hijos en manos de una institución que creyeron les protegería y lejos de eso se revelan situaciones tremendas.

-Por fortuna están saliendo casos en muchos países, es un problema mundial y los que fueron niños se están atreviendo a hablar. Normalmente las víctimas de abusos no suelen hacerlo, por lo menos no hasta el cabo de un tiempo. Porque un niño que sufre abusos sexuales, si es con pocos años no sabe muy bien lo que está pasando. Cuando llega a la adolescencia va tomando conciencia de la situación que está teniendo, habla y nadie le hace caso. Hace poco he leído un libro muy impactante de un pianista famoso, James Rhodes. Este hombre cuenta cómo sufrió abusos cuando tenía 5 años en un colegio, cómo los profesores y la gente veía que sangraba y nadie le hacía caso. Sufrió situaciones extremas, estuvo internado en un manicomio, tuvo un intento de suicido múltiple y cuenta en el libro que sigue pensándolo, aunque la música y sobre todo su hijo de 13 años le han dado sentido para seguir viviendo. Él reconoce a sus 42 años que sigue teniendo pesadillas terribles. El tema de los niños que sufren abusos es un drama muy generalizado.

-Pero hay una parte de la opinión pública que cuestiona la decisión de estos chicos aireando hechos que ocurrieron hace años; sin embargo es un trauma con el que cargan toda la vida.

-Siempre digo que abusar de un niño es como matarlo en vida, es un auténtico horror. Por desgracia yo he tenido que escuchar a muchos niños y eso deja huella para siempre. Normalmente los niños, adultos incluso, no hablan. Yo he tenido alguna experiencia de clientes míos. La última, una señora de 58 años me contó hace cinco meses que sufrió abusos cuando tenía 10 años y no se lo había dicho nunca a nadie; o sea que eso deja huella para siempre. Yo entiendo que es el peor de los maltratos que puede sufrir un niño. Es un tema canallesco y sangrante que afecta a muchos menores y lamentablemente no veo mucho eco en los medios de comunicación.

-Se habla de que solo aflora un 8 por ciento de los casos, es descorazonador pensar en tantas historias que mueren con sus víctimas.

-Con el tema de los Romanones ha habido niños que no quieren hablar. En el año 1998 fue la primera vez que tuvimos un caso de abusos en un pueblecito de Granada donde el cura había abusado de veintitantos monaguillos y solamente denunció uno. Eso suele ser así. Y denunció uno porque tuvo una madre valiente y maravilllosa que le apoyó. Porque eso duró cinco años, fue un proceso superduro. El obispo en aquella época me denunció al Colegio de Abogados, es decir que hay una resistencia y un ocultismo total. En el caso de los Romanones once del grupo han quedado exonerados porque ha prescrito el delito. Y me han llamado personas en Granada para contarme cosas, lo que pasa es que no quieren dar testimonio. Miedo, vergüenza, hay una serie de factores que influyen y el proceso penal en España es tremendamente duro. El niño tiene que declarar en varias instancias, se hace insufrible y muchas personas temen ser señalada. O hay quien piensa, algo habrán hecho.

-Ese mismo argumento esgrimen algunos chicos, hoy adultos, para justificar su silencio cuando sufrieron o fueron testigos de los hechos.

-Claro. Eso pasaba antes también con las mujeres; cuando iban a denunciar una violación se las miraba mal como diciendo, habrá provocado ella. Pues con los niños pasa igual, hay una gran ignorancia sobre el tema porque nadie queremos saber, aunque sabemos que se da. El profesor Félix López, de la Universidad de Salamanca, en el año 1980 hizo un estudio sobre esto. También se han hecho a nivel del Consejo Europeo o en Estados Unidos y todos coinciden. De cada 100 niñas 22 sufren abusos a lo largo de la infancia, y de 100 niños 17. Trasladado a España, nosotros hicimos un estudio aplicando esos porcentajes y nos salían unos números de escándalo, pero es la realidad y a la vez el gran tabú. Hay que tener en cuenta que donde más abusos se producen es en la familia, lamentablemente. El padre es el mayor abusador, el círculo más cercano, luego los monitores deportivos... Y en la Iglesia los de más confianza y quienes más debieran de proteger al niño sin embargo pueden ser sus grandes abusadores.

-La trascendencia de casos, tanto en el ámbito eclesiástico como deportivo, está ayudando a aflorar otros. El exseminarista de La Bañeza ha reconocido que actuó a raíz del caso Romanones de Granada.

-Sí. A mi cuando me llamó y me contó la historia, le dije que la manera mejor de ayudar y de que la persona que ha hecho esto no siga más burlándose es que salga en prensa. Porque a los medios es a lo único que temen los canallas. Todos los demás lo esconden, lo tapan y en este caso de pederastia en Castilla y León se le aplicó al sacerdote una sanción que ni siquiera ha cumplido. Pero cuando sale en prensa es cuando se ven destapados, por eso yo digo que las víctimas, aunque es tremendo, deben de contar su historia; aunque sea bajo el anonimato porque eso anima a otras víctimas.

-En muchos casos se sabe de que penalmente están prescritos. Ustedes han batallado contra esos plazos que impiden a muchos pederastas cumplir la pena, ¿confía en que pueda cambiar esta situación?

-Llevamos trabajando mucho con el tema de los abusos en todos los campos. Por ejemplo, la cuestión de la posesión de pornografía infantil que antes no era delito, ahora ya lo es. También tuvimos hace unos años una página con una clave de pederasta y se lo pasábamos a la Policía Nacional. En el tema de la prescripción es evidente; si todos estudiáramos un poco sobre ello veríamos que a un niño le cuesta mucho hablar. Y la prescripción favorece que mucha gente quede impune. En Estados Unidos no existe prescripción para esos delitos, en el Vaticano incluso son 20 años. El Código Penal establece algunos tipos que son delitos más leves y otros más graves. Los más leves tienen un plazo de prescripción muy pequeño y eso va en beneficio de los verdugos mientras que las víctimas quedan totalmente desamparadas.

-¿Cuál es la posición de Prodeni, establecen plazos?

-Consideramos que debe tener un plazo de prescripción de 30 años, pero para eso se necesitaría que los legisladores quisieran entrar en ese mundo y de verdad dar la cara por los niños. Hay un organismo de Naciones Unidas que hace un seguimiento del cumplimiento de la Convención de los Derechos del Niño y en España siempre quedamos mal, es decir que no se cumplen esos derechos. Y en el caso de los abusos sexuales hay que tener en cuenta que los legisladores son adultos, con los niños nadie cuenta. Me contaba hace tiempo un pediatra que fue presidente del Observatorio de la Infancia en Andalucía que si los niños votaran se les tendría en cuenta, como pasa con la personas mayores.

-Los niños se encuentran con otro gran enemigo, el encubrimiento, tan grave como el propio delito.

-Desde luego. En el mundo de la familia por desgracia hemos tenido casos donde la madre ha encubierto los abusos del padre sobre las hijas. Porque la mujer desgraciadamente ha estado muy sometida al hombre, tiene el miedo. En el tema de la mujer hay que avanzar también mucho porque se sigue dando ese sometimiento. Si se maltrata a la mujer se está maltratando también a los hijos y la mujer por miedo encubre muchas cosas.

-En el ámbito de la Iglesia pueden ser los sacerdotes compañeros del pederasta.

-El caso que vivimos hace 20 años yo hablé con el obispo y le tuvo de sacerdote diciendo misa hasta el último momento, cuando salió la sentencia. Entonces lo cambiaron a otro pueblo y eso me obligó a hacer una rueda de prensa con la sentencia en la mano para advertir que allí iba un cura condenado. Aquello tuvo una reacción tremenda y hablo de hace 20 años, cuando era inimaginable denunciar. Están protegidos y con el caso Romanones el arzobispo de Granada sigue ahí, a pesar de que el Juzgado declaró la responsabilidad civil subsidiaria por no haber ejercido la vigilancia oportuna sobre el grupo de pederastas.

-¿La gente no se indigna?

-Por la calle me dicen, cómo es posible que siga el arzobispo y yo les digo, manifiéstense ustedes. Yo voy a intentar que se aplique la ley pero el tema religioso lo tendrán que resolver también los creyentes.

-En Australia una comisión que investiga la pederastia en el seno de la Iglesia ha revelado 4.500 denuncias por abusos a menores entre 1980 y 2015, un avance que está muy lejos del oscurantismo todavía existente en otros países.

-A nivel mundial se están dando pasos. En Estados Unidos las diócesis han pagado indemnizaciones millonarias, también en Alemania, en Irlanda? En España estamos en la cola porque aquí tenemos todavía una cultura un poco de miedo, la iglesia tiene mucha influencia. Aquí la proporción de casos es igual y sin embargo el de Granada es el primero en el que se ha descubierto que había un grupo de sacerdotes y laicos abusando de niños. Si se denuncia un 8 por ciento nos queda muchísimo por hacer.