Ha pasado de ser "el cura bueno" de Tábara a ser "el cura de la vergüenza". El hombre "cercano" con el que tomaban café, el sacerdote que "nos dio la comunión, nos casaba y enterraba a nuestros muertos", el referente de la Iglesia en el pueblo durante casi tres décadas se convirtió ayer de la noche a la mañana en protagonista de un episodio "oscuro y desagradable que nos molesta que esté relacionado con el nombre de nuestro pueblo".

El municipio zamorano de Tábara amaneció ayer sobrecogido por el primer caso de pederastia en Castilla y León verificado por El Vaticano. Tras conocer los detalles, a todos los tabareses les viene el mismo episodio a la cabeza: el homenaje que el pueblo rindió al expárroco con motivo de su despedida. Elogios, una placa y alabanzas para un cura que, en aquel momento, ya había sido suspendido y apartado por cometer abusos sexuales cuando era profesor a finales de los años 80. Sin embargo, "fue capaz de volver al pueblo, recoger la placa y recibir nuestros aplausos... ¡por la puerta grande! Eso no se hace", lamentan los vecinos del municipio, convencidos de que "no tenía que haberlo recibido". De hecho, su marcha a partir de julio del pasado año supuso para todos "un ascenso eclesiástico" y, además, "nos prometió que vendría a menudo", explica uno de los vecinos que charló con él el día antes de su marcha. Nada más lejos de la realidad.

Con el periódico bajo el brazo y sin levantar cabeza de las líneas que explican los abusos a menores del expárroco de Tábara, los vecinos no dan crédito. "¿Cómo íbamos a imaginarnos algo así, tan grave y tan desagradable?", se preguntaban ayer en los bares los habitantes de la localidad entre cafés y vinos. Entre ellos, hablan también varios monaguillos que años atrás habían servido en misa al expárroco. Sin embargo, son honestos con la realidad y aseguran que "nunca notamos nada extraño, al contrario, nos trataba muy bien y era siempre educado", comentan, atónitos por lo que años atrás fue capaz de acometer con "críos como éramos nosotros". Otros, en cambio, encajan las piezas del puzzle y aseguran que "algo raro nos olíamos", aunque estos casos son aislados.

El propio alcalde de Tábara, José Ramos San Primitivo, reconocía ayer el desconcierto a la salida de la misa dominical: "Ha sido un palo muy fuerte, impensable y muy desagradable que nos ha sorprendido a todos", dijo, muy afectado por el escándalo verificado por El Vaticano. El dilatado recorrido del expárroco por el pueblo lleva al regidor a tener solo palabras de elogio para él: "Siempre ha sido con nosotros un hombre atento, cercano, amable, cordial... además, un gran dinamizador de la comarca y del centro de interpretación de Los Beatos", dijo. "Nunca en 26 años dio muestra alguna de todo esto que escondía detrás... ¿quién iba a pensar algo así?", lamenta.