Hace unos meses le rendían homenaje. Hoy es el "cura de la vergüenza". Tábara ha amanecido esta mañana estupefacta por el caso Ramos Gordón después de casi tres décadas al lado de los vecinos del municipio. "No tenía que haber aceptado el reconocimiento", coinciden los tabareses, sorprendidos por un episodio "que nadie esperaba".

Con el periódico bajo el brazo y sin levantar cabeza de las líneas que explican los abusos a menores del expárroco de Tábara, los vecinos no dan crédito: "¿Cómo íbamos a imaginarnos algo así, tan grave y tan desagradable?", se preguntaban esta mañana en los bares del municipio.

El propio alcalde de Tábara, José Ramos San Primitivo, reconoce el desconcierto: "Ha sido un palo muy fuerte, impensable y muy desagradable que nos ha sorprendido a todos". El dilatado recorrido de Ramos Gordó por el pueblo se traduce en palabras de elogio para el expárroco, un hombre "atento, cercano, amable, cordial... nunca en 26 años dio muestra alguna de esto", apunta el regidor, sobrepasado por la situación.

El sucesor de José Manuel Ramos Gordón como párroco de Tábara, el sacerdote Carlos Hernández, tuvo también palabras para el caso al término de la misa dominical. El cura dejó a los fieles un mensaje claro: "Os pido que recéis por nuestra Santa Madre Iglesia, por don José Manuel, por los implicados en el caso y por las víctimas".