Nunca imaginó que la primera canción que aprendió a tocar con la guitarra, "Por verte sonreír", de La Fuga, se convertiría casi 20 años después en el lema que sus amigos elegirían para animarle en la lucha contra su enfermedad. Alberto O'Connor Pérez, de 33 años y originario de Granja de Moreruela, padece leucemia y accede a relatar el duro proceso que está viviendo, desde que el pasado 7 de septiembre le diagnosticaron la enfermedad, con el único objetivo de animar a la gente a ser donante de médula. "Solamente es un análisis de sangre", asegura, "pero ese gesto puede salvar vidas". La suya, por fortuna, está en manos de alguien muy cercano, su hermana Silvia, que será su donante en una intervención que se realizará en el Hospital de La Princesa de Madrid. "Saber que mi hermana y yo éramos compatibles fue un alivio; era saber que mi salvación había crecido conmigo", asegura O'Connor. "Fue un día de celebración", añade. Y su hermana, lo corrobora: "Recibimos una de las mejores noticias de 2016".

Silvia O'Connor, médico de profesión, afirma que el día que supo que podía ser donante se "relajó". La siguiente fase fue la satisfacción. "Todos necesitábamos poder ayudar en lo que fuera. Da igual que fuese yo, mi madre o cualquiera de mis hermanos porque vamos todos a una", asegura. No en vano, entre ellos se llaman "equipo" porque "somos eso, un equipo, juntos desde que nacimos", señala.

Como hermana y como profesional de la sanidad, Silvia O'Connor avala la donación de médula por una razón de peso: "Ayudar a alguien a que se cure produce una sensación de bienestar absoluto". Pero, además, en contra de lo que la mayoría cree, el primer paso para ser donante de médula es un gesto tan común como un análisis de sangre. "Si resultas compatible se tienen que hacer pruebas más específicas, pero no hay operación por medio, simplemente una extracción de sangre que puede salvar la vida a una persona", corrobora por experiencia la hermana de Alberto.

Meses antes, la vida de este empleado de banca transcurría como la de cualquier persona de su edad. Hasta la llegada del verano pasado. "Tuve anginas y la inflamación no se quitaba, tomaba antibióticos, mejoraba pero al tiempo el dolor volvía", cuenta O'Connor Pérez. "Tras las vacaciones, ya en el trabajo, las anginas se complicaron con "un dolor de muela verdaderamente brutal".

El 5 de septiembre de 2016, tras "una baja laboral porque no podía ni comer", acudió al hospital en el que trabaja su hermana para hacerse una analítica. Fue entonces cuando surgieron las primeras alarmas: hemoglobina, plaquetas y defensas "por los suelos", en conclusión, una anemia muy fuerte. Dos días después, el 7 de septiembre, llegó el diagnóstico: "Alberto, tienes leucemia".

"Cuando te dan la noticia, te invade el miedo", relata. Y surgen las preguntas que nadie puede contestar: "¿Qué he hecho yo? ¿Por qué a mí? ¿Qué va a pasar con mi futuro?". Cuenta Alberto O'Connor que le dio mil vueltas a la cabeza aunque asegura que "tras la noticia, hay poco tiempo para reflexionar porque hay mucho trabajo por delante y es necesario arremangarse". De su experiencia extrae algunos consejos para otros enfermos: "No hay que perder la esperanza, hay que luchar cada día como si fuese el último y no dejar que la enfermedad ocupe tu mente". "El estado de ánimo es una parte primordial para lograr la curación", agrega, y por eso "uno de mis lemas es "Nunca dejes de creer"".

El apoyo de la familia es, por supuesto, fundamental. "La familia, mi novia y los amigos reaccionaron como yo, con mucho miedo al principio", confiesa, pero ahora "ellos tienen mucha culpa de que yo esté así de bien, no me han dejado ni un minuto solo y siempre se lo agradeceré". "Con ánimos", asegura, "todo es más fácil".

En este caso, a este joven madrileño también le llegó energía para luchar desde su pueblo, Granja de Moreruela, dónde nació y se crió su madre Zulema Pérez. Habitual en las fiestas de El Cristo que el municipio celebra el tercer domingo de septiembre, Alberto O'Connor iba a faltar por primera vez y los amigos del pueblo idearon la manera de que participara en los festejos desde el Clínico San Carlos de Madrid, centro en el que permanecía ingresado para recibir uno de los tres ciclos de quimioterapia a los que ha tenido que enfrentarse.

Las redes sociales fueron las mejores aliadas para enviarle un vídeo, grabado en una de las bodegas del pueblo, en la que amigos y familiares interpretaban para él la canción "Por verte sonreír", de La Fuga, con una pancarta en la que se leía el mismo lema que la melodía del grupo cántabro. "Fue la primera canción que aprendí a tocar con la guitarra y la toqué en el pueblo las fiestas del año anterior, a altas horas de la madrugada", explica O'Connor Pérez.

El vídeo llegó en uno de los momentos más duros del proceso contra su enfermedad. "Lo vi justo cuando empecé a tener unos de los dolores más fuertes debido a los efectos secundarios", relata, "pero fue tan emocionante que esos dolores fueron desapareciendo poco a poco". Por ello, afirma con orgullo que "tanto los amigos del pueblo como de los Madrid se han portado de maravilla y están siendo uno de los bastones en los que apoyarme en este camino; los otros son mi novia Emma y la familia, que están ahí siempre que los necesitas, sin pedir nada a cambio". "Son tesoros que tengo que conservar", sostiene. A pesar de todos los apoyos, no oculta que la lucha contra la leucemia es "un proceso largo y duro". "Ahora mismo", relata, "estoy en el tercer ciclo de quimio, es decir, he pasado por dos anteriores, en los que me dieron los fármacos que dejaron mi médula a cero para poder volver a producir glóbulos rojos, blancos y plaquetas al cien por cien". Relata que lo más duro fue cuando "me metieron en la habitación de aislamiento, donde las visitas son más restringidas".

En el primer ciclo es cuando los facultativos comienzan a buscar donantes para el trasplante: los primeros, los hermanos, porque "hay muchas posibilidades de ser compatibles". "Yo he tenido la gran suerte de tener una hermana idéntica", apunta Alberto O'Connor.

En el hospital, este joven empleado de banca asegura que ha encontrado "otra familia". "Todos los empleados del Clínico San Carlos se han portado de forma fabulosa. Te hacen la estancia más amena", asegura. Una labor importante cuando a la enfermedad se une tener que pasar unas fechas tan especiales y familiares como las navidades ingresado en un centro hospitalario. " Es más durillo, claro, pero si estás enfermo da igual que sea Navidad, primavera o verano; lo primero es lo primero y estoy centrado en recuperarme cuanto antes y salir de este bache", afirma con rotundidad. Y confiesa que los "golpes duros" cambian la visión de la vida. "Empiezas a valorar cosas simples que antes ni te parabas a pensar como un paseo por el parque, un viaje con tu novia, reuniones familiares, jugar con mis sobrinos o salir con los amigos", resalta, y por supuesto, "comienzas a despreciar cosas que antes te enfadaban". La segunda parte de su periplo comienza ahora: quizás cuando se publique este reportaje Alberto O'Connor se habrá sometido ya al trasplante. "Aquí estoy", sostiene, "esperando a que me den fecha".