Castroverde recibía ayer la visita de un jefe de estado. El presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, se desplazaba a esta localidad de apenas 350 habitantes en el corazón de Tierra de Campos para degustar la cocina castellana que prepara la familia Lera en su restaurante, un establecimiento que cuenta con dos "soles" de la Guía Repsol. El mandatario es compañero sentimental de la politóloga madrileña Mercedes Peñas, estas Navidades pasan las vacaciones en España junto a la familia de ella y no han desaprovechado la ocasión de conocer el nuevo restaurante de Cecilio Lera, con quien les une una larga amistad, de hecho no es la primera vez que se dejan caer por Castroverde.

En esta ocasión lo hacían acompañados del ex-alcalde de Valladolid Tomás Rodríguez Bolaños y de la diputada nacional Soraya Rodríguez, que también son amigos de la primera dama y compañeros de partido de Lera, alcalde de Castroverde desde 1979. Aunque se trataba de un viaje privado, la presencia de políticos españoles y el amplio dispositivo de seguridad que protegía al mandatario centroamericano no tardaron en captar la atención de los comensales del Restaurante Lera y de una buena parte de los vecinos. Descubierta la identidad del invitado, los flashes de la prensa no tardaron en aparecer, pero el presidente tuvo a bien atender a los periodistas.

-¿Le han sorprendido los sabores de la cocina castellana?

-Es extraordinaria, sobre todo si la prepara Cecilio, que es un gran amigo de ya muchos años. Ha estado en nuestra casa, ha cocinado allá cuando yo todavía no era presidente y le tenemos un gran cariño. Nuestra amistad se fraguó a través de Mercedes, la primera dama, quien es experta en temas de desarrollo local e invitó a Cecilio a Costa Rica como parte de un grupo de trabajo de autoridades locales cuando ella era directora de la Fundación DEMUCA, -una entidad de la Agencia Española de Cooperación para Centroamérica y el Caribe, con sede en San José-, que en su momento tuvo al alcalde Bolaños como presidente.

-¿Ha tenido ocasión de degustar los vinos de la tierra?

-Por supuesto, el vino de Toro me parece excepcional. Probamos ahora el Rejadorada, que está muy bien, probamos el Senda de los Frailes, de Cecilio. Estaremos un día más, así que estoy seguro que tomaremos de otras bodegas.

-Fuera de Costa Rica, a usted se le conoce como un presidente que alcanzó el poder al margen de los partidos tradicionales para regenerar la vida política de su país y acabar con la corrupción. En España padecemos problemas similares, ¿nos aconsejaría alguna de sus medidas de transparencia?

-Es difícil dar consejos porque cada país tiene su circunstancia. Pero es cierto que en el mundo entero se ha producido una rebelión contra la política tradicional, y me parece que España no es excepción a esa regla. La hemos visto en una expresión muy particular y preocupante en los Estados Unidos con la elección de Trump. Nosotros tuvimos durante casi 60 años un régimen bipartidista que yo rompí, mi elección cambió, y eso tiene consecuencias e imprime carácter. Es una decisión del pueblo de Costa Rica que trasciende mi mandato.

-Pero parece que esa rebelión de la ciudadanía deriva, en otros países, en movimientos heterodoxos, e incluso de tintes autoritarios, ¿también son soluciones o son un problema añadido?

-Es la realidad, simplemente. Hay decisiones que se toman en países con sistemas democráticos que tienen consecuencias de mediano y largo plazo, no sabemos cuáles serán en los Estados Unidos, una potencia en donde las decisiones locales tienen implicaciones globales. Yo creo que el derecho de la gente es de escoger, quienes creemos en la democracia participativa hemos llegado al punto en donde tenemos que reconocer que las personas ahora se informan de manera distinta, resuelven de forma diferente, parten en la toma de decisiones desde lugares distintos y debemos respetar eso.

-¿Cambiarán las relaciones de Estados Unidos con Costa Rica y el resto de Centroamérica durante la presidencia de Trump?

-Creo que la relación con Costa Rica seguirá siendo muy cordial. Platiqué hace un mes con el vicepresidente Pence y tuvimos una conversación muy cordial. Costa Rica y Estados Unidos, desde la II Guerra Mundial, hemos tenido una relación muy cercana y no debería de cambiar. Estuve con el presidente Obama hace solo tres meses, logramos un acuerdo de cooperación en la lucha contra el crimen organizado, fue una relación verdaderamente fraternal, me siento muy cercano al presidente Obama y esperaría que con el presidente Trump eso no varíe, porque son relaciones de Estado a Estado. Pero la verdad es que con el resto de Centroamérica no lo se, las circunstancias políticas son muy diferentes en cada país, más aún con otros países de América Latina, por ejemplo con México, donde hay una relación delicada por el tema fronterizo.

-En 2007, usted se opuso con vehemencia a la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, que hoy ya lleva ocho años en vigor, ¿ha cambiado su visión sobre el mismo?

-Bueno, es que ese tratado fue aprobado por un referéndum, y la mayoría del pueblo costarricense se pronunció a favor del mismo. A partir de entonces Costa Rica ha suscrito al menos media docena de tratados de libre comercio más, incluido el acuerdo de asociación con la UE, y la globalización ha seguido su curso. Mal haría yo de tratar de terminar con esa realidad. Lo que he querido es aprovechar más los tratados de libre comercio en un sentido en el que no lo hacían los neoliberales clásicos que los negociaron, es decir, generando más encadenamientos productivos con industria nacional, que me parece esencial; tratando de sacar las inversiones fuera del gran área metropolitana de manera que se pueda generar mejor relacionamiento de las inversiones extranjeras directas con nuestra gente fuera de las ciudades, y promoviendo más y más las exportaciones, de manera tal que estas puedan resultar exitosas, particularmente en el sector agroproductivo, que quedó muy rezagado. Pero es una nueva realidad, el libre comercio en Costa Rica se convirtió en la parte más dinámica de nuestra economía, hoy genera alrededor de 100.000 empleos directos, no se podía uno oponer a ello sin tener consecuencias graves para el país.

-Su principal socio comercial es, precisamente, EEUU. ¿Seguirá siendo así con un presidente proteccionista como Trump?

-Habrá que esperar un poco a ver qué resuelve Trump. Un cambio en el precio del dólar puede afectar mucho a Costa Rica, pero nosotros seguimos apostando muy fuertemente por nuestras exportaciones. El 54% hoy son el resultado de inversiones en el área de implementos médicos, o sea que hoy nuestra inversión está muy asociada a industria sofisticada, así que yo esperaría que los próximos cuatro años sean de mucho éxito para nuestros productos.

-¿Le gustaría que Cuba abriera una nueva etapa tras la muerte de Fidel Castro?

-Creo que la abrió antes de la muerte de Fidel. La apertura de Cuba comenzó bajo la presidencia de Raúl Castro, y yo creo que lo que va a ocurrir ahora es que se va a profundizar. Yo soy historiador profesional y me parece que lo que hemos visto en Cuba es el inicio de un proceso que tendrá una evolución que se irá notando cada vez más.

-Desde Europa llama la atención un país como el suyo, sin ejército, pero les ha funcionado bien durante 60 años. ¿Todavía se sienten seguros en la era del terrorismo internacional?

-Sí, porque tenemos una fuerza de policía muy bien equipada y muy profesional. Hemos logrado participar de manera muy exitosa en operaciones antidroga conjuntas con los Estados Unidos, con los países centroamericanos, con México, Colombia, con la Unión Europea, particularmente con Francia y Holanda en alta mar. Por ese lado hemos tenido mucho éxito, y en lo que respecta al terrorismo, que afortunadamente en América Latina tiene muy poca incidencia de momento, tenemos un conjunto de programas de control de la migración bastante fuertes. Estamos tranquilos.