La recogida de aceituna en los Arribes del Duero zamoranos es llevada este año adelante con satisfacción por el nivel de la cosecha, cifrada en más de 500.000 kilos. La campaña es una ocasión de oro para los reencuentros familiares y avanza además con una rapidez inusitada, ya sea con el manejo de maquinaria o con el típico vareo y a la antigua usanza.

"El olivo es la planta más importante" de Fermoselle y Pinilla de Fermoselle, al decir de Manuel Fermoselle; y "el aceite el producto estrella".

En Pinilla de Fermoselle, José Miguel Álvarez y su hermana Clementina llevan el apaño de olivas en plena coordinación; el primero echando abajo las ramas llenas de aceitunas, al tiempo que poda, y la segunda despojándolas del fruto sobre la red.

En un ambiente familiar entrañable, y felices con su labor, hacen lo propio, en el centro de Pinilla, Rafael Pérez, María Isabel y Manuel. "Aquí estamos tres generaciones" expresa Rafael, encaramado al olivo. Ventilan el trabajo sin pausa, pero sin agobio alguno. Las aceitunas que renegrean sobre la red aparecen sin la menor mácula, como que las depositara un santo. En este caso su destino es la cooperativa de Fermoselle. Miguel Ángel Álvarez, sin embargo, las llevará a la almazara de Bemposta. En otro punto del pueblo ribereño -con sobrados atractivos naturales en su territorio- aparece un remolque a rebosar de olivas, listas para su transporte.

En Fermoselle la recogida de aceituna está a la orden del día desde primeros de mes. Y lo mismo da la vertiente del Duero que la del Tormes. En pleno casco urbano operan en conjunción Jesús Seisdedos, Manuel Fernández y Ricardo Fernández (y una joven algo más alejada). Compaginan la vara y la máquina vibradora, y lo hacen una vez extendida la malla con todas las garantías bajo el olivo a batir.

En la zona de Santa Cruz, media docena de mozos hechos y derechos están liados en la limpieza de la aceituna recogida en sacos y canastos. "Son unos 2.500 kilos" expresan tras un cálculo realizado a ojo de buen cubero. Trabajan en "una peladora" por la que se deslizan las olivas. La misión es retirar las hojas que acompañan al fruto. Uno de ellos es un cocinero profesional y, según dicen, "tienen asegurada la buena mesa". Ayer "tallerines y ragout de calamares".

"Este año la cosecha de aceituna se ha realizado a la carrera porque a la gente le ha dado por salir corriendo y porque no hay más que máquinas" expresa Antonio Regidor, que está entre los contados vecinos que ha seguido fiel al ordeño y al paleo de la aceituna. Como viene siendo habitual, el puente de la Constitución es una fecha idónea para la recolección porque las familias se reúnen al máximo o al completo para zanjar una tarea que gana tiempo y eficacia cuantas más personas intervengan en la recolección. Lo estilado es extender las redes bajo los olivos y, quienes utilizan máquina, conmover rama a rama los olivos para echar la aceituna al suelo y sobre el mallado. O, quienes varean, hacer lo mismo aunque de un modo más tradicional.

Sobre el momento más apropiado para recoger la aceituna no todo son coincidencias. Manuel Fermoselle está convencido de que la oliva es un fruto que conviene recogerlo en su momento óptimo, y considera que es preferible hacerlo en la segunda semana de diciembre que en la primera. Resalta la importancia del olivo en Arribes por el valor económico y gastronómico del aceite que, según dice, "se vende sola". Además, resalta que "el olivo es una planta muy mimosa y que da poco trabajo, pues sale adelante y produce con un mantenimiento de pequeña poda y con un poco de fungicida. Y se basta con la humedad". También hace hincapié en que es una planta arraigada en un escenario adecuado "porque requiere calor".

La plantación de olivos es una iniciativa al alza en Arribes, y por una y otra parte de Pinilla y Fermoselle crecen los olivares. "La gente apuesta por poner árboles en fincas llanas y accesibles a los coches" expresa Antonio Regidor, que está entre los que da por realizada la labor este año.

Sorprendentemente, un fermosellano, ya jubilado, afirma haber dejado este año toda la cosecha en el campo, "salvo tres cestos para sabrosar". El año pasado recogió con la familia "más de mil kilos". "Para mí y a la mujer invierto 200 euros en aceite y nos vale" expresa. "Para sabrosar cojo por los Santos las mejores: las más lisas y las más gorditas" comenta Jesús Seisdedos.

Que el olivo tiene sus amantes se nota porque la especie puebla parajes cómodos. Al tiempo dejan perderse cientos de olivos situados en puntos donde resulta imposible o dificultoso el aprovechamiento debido al completo abandono que existe en el arreglo de los caminos tradicionales. El deficiente estado de los accesos en el Parque Natural de Arribes (la vertiente lusa es otro cantar) es una crítica general, al igual que son numerosos los que echan en falta la concentración parcelaria. El abandono de los caminos tradicionales es una realidad criticada por prácticamente toda la población, pero muy especialmente por ganaderos y quienes siguen fieles a los cultivos del campo.

La niebla dio paso al sol y resultó una bella jornada olivarera.