Se adelantó el invierno, madrugó San Esteban y hasta el cielo se puso el traje de panza de burro, tristón y melancólico. "No puede ser, no puede ser...". Salió de casa la señora María, despeinada, asustada por el ruido de los cencerros: "Pero si acabo de ver al Zangarrón, no puede ser, no puede ser?". Pero sí lo era. Sanzoles, otra vez más se puso la máscara. Un 20 de noviembre, una fecha histórica por tantos motivos (cada cual tendrá los suyos), la función volvió a la calle. El Zangarrón y los danzantes, vestidos como se les supone, hicieron lo de siempre: correr, bailar, tocar, danzar, sudar, disfrutar. ¿Y por qué?.

La culpa de la escenificación la tuvo el Patronato Provincial de Turismo, dependiente de la Diputación. Una productora grabó imágenes del baile de la mascarada, el sonido de los cencerros, el toque de Tanis, el bullicio de niños y grandes, el trote de un pueblo que cuando le hablan del Zangarrón se pone a la carrera. Es oír el tañer del cobre y el pueblo se activa, es como la llamada del caracol. Hay que estar preparados y ayer, otra vez más, los vecinos lo estuvieron y desempolvaron las "armas" propias de la ocasión y se fueron a la Plaza Mayor. A ver qué pasaba.

Círculo festivo

Y lo que pasaba es que la productora montó su tenderete y todos alrededor escenificaron una fiesta que se pierde en la oscuridad del tiempo, pero que vivifica, vaya si vivifica. Las nuevas técnicas de grabación buscan robar la acción completa, eternizar todo lo que pasa en torno a un micrófono o una cámara en 360 grados a la redonda. Es robar el alma de la colectividad, dejar a un lado el sentir de cada cual y centrarse en el grupo, en la fiesta. El círculo mágico tiene vida propia y es como recrear lo que se esconde en el grupo, robar lo que hay detrás de la celebración.

Las imágenes, el sonido, el trabajo se expondrá durante la Feria de Turismo de Interior (Intur) que se inicia el jueves en Valladolid. Forma parte de una tarea mayor, de una grabación de todas las celebraciones populares y festivas de la provincia que se verán en el citado certamen para demostrar la fuerza de las tradiciones de una provincia que empieza a vivir más del pasado que del presente.

La productora que inmortalizó el círculo festivo de Sanzoles se fue después a Tábara a hacer lo propio con la danza del paloteo. Si algo queda en esta provincia son reminiscencias de un tiempo agrario, natural, cuando se vivía pegados a la tierra y el tiempo se medía en lunas y en lutos. La señora María salió de casa y se unió al tropel de vecinos. Es lo que tiene el Zangarrón, la danza del paloteo o las mil celebraciones festivas de Zamora, que siguen haciendo provincia. "¿Pero hoy no es San Esteban, verdad?".