Mombuey se llenó ayer de gente con ganas de festejar su feria anual de San Martino. La estampa destacada fue la afluencia de puestos con productos de la tierra y, en especial, de puestos de ajos que se contaban por decenas. Para algunos visitantes asiduos de la feria había más ajos que otros años. Desde primera hora de la mañana los vendedores de los valles tomaron la calle de la Iglesia, el lugar reservado para los productos de la tierra, mientras que los puestos del mercadillo se instalaban en el centro urbano.

La cesta de la compra se balanceó entre los precios de las ristras y las bolsas de ajos, de todos los tamaños, composiciones y colores. El morado se alzaba con al preferencia de los consumidores. Mejor a cuatro euros que a cinco.

Las heladas han dado al traste en con los huertos pero en la feria de ayer proporcionaba una suculenta variedad de pimientos, cebollas, tomates y guindillas, hasta orégano y bacalao. Para llegar a la iglesia era obligado el repaso a la calle convertida en mercado. El día que amaneció con helada, entró rápidamente en calor e incentivó la presencia de visitantes y compradores.

La Iglesia de Santa María de Mombuey acogió la llegada de autoridades poco antes de las doce, con su alcalde Francisco Antón Rapino y los miembros de la corporación, acompañados del diputado de Cultura, José Luis Bermúdez, y los alcaldes de la Carballeda. La salida de la imagen en procesión abrió el acto religioso conmemorativo del "segundo patrono" de la villa de Mombuey en palabras del párroco Manuel Benavides. El recorrido comenzó a los pies de la torre templaria para recorrer la parte antigua del pueblo y completar el paso por la carretera y enfilar el regreso por la calle de la iglesia poblada de puestos. Este año se echó en falta la presencia de los gigantes y cabezudos, aunque en esta ocasión fue el folclorista y profesor sayagués, Luis Antonio Pedraza, quien marcó excepcionalmente el paso de tamboril y flauta, muestra del rico patrimonio de la provincia.

San Martín de Tours despierta entre los vecinos un especial cariño, que hace años se tradujo en la donación de una imagen que es la que sale en procesión. Fue tal la querencia que incluso un año se planteó pedir a San Martín de Castañeda la imagen para poder sacarla, como recordaba el párroco. Este santo fue "militar por obligación y sacerdote por devoción" como bien se recordó en la homilía ayer. La imagen del militar a caballo que parte con su espada su capa y la entrega a un pobre marca la generosidad de este Obispo de Tours por aclamación popular, virtudes que cada 11 de noviembre se ensalza en su onomástica.

Los prolegómenos de la festividad de San Martino se anunciaron el jueves con la presentación del libro "Mombuey, su torre y su historia" de Manuel Benavides que rescata momentos importantes del origen templario del pueblo y el monumento, de las obras de reconstrucción de la iglesia y la aparición de la imagen de María de factura románica, rota en una veintena de pedazos y utilizados para rellenar el muro situado detrás de uno de los retablos.

Uno de los pequeños trozos de la imagen que pasó desapercibida cuando se reparó la imagen originaria se convertirá en reliquia para que los fieles puedan contemplar la calidad de la policromía original del pequeño fragmento. Pocos saben que la imagen está construida con la misma piedra que dio cuerpo a la torre, y que el libro dedicado a Mombuey se encarga de desentrañar. A la presentación del libre asistió numeroso público, y representantes de la cultura y la política como el senador José Fernández; el procurador José Ignacio Martín Benito, y el diputado, Manuel Santiago Sánchez. La directora de la Oficina de Turismo de Puebla que presentó el acto, Teresa del Estal, subrayó la importancia de poner en valor el patrimonio de las pequeñas iglesias, convertidas en museos, y su valor etnográfico. Destacó el excelente resultado de visitantes a los templos que se han sumado a la apertura de las iglesias este verano.