En los dos últimos años 35 jóvenes alistanos han montado nuevas explotaciones apícolas, según explicó ayer Javier Faúndez, y han podido quedarse a trabajar en sus pueblos. Por eso este sector es una prioridad para fijar población en una comarca que lleva décadas desangrándose, y se ha convertido en objeto de protección por parte de los ayuntamientos que están aprobando nuevas ordenanzas para limitar los asentamientos de apicultores trashumantes que en verano llegan de otras provincias atraídos por la vegetación del monte alistano.

Javier Faúndez defiende que "hay un recurso que hace unos años no se explotaba y por eso atraía a apicultores trashumantes, pero si ahora hay personas de nuestros pueblos que se incorporan a esta actividad, nosotros evidentemente tenemos que proteger a nuestros vecinos". El Ayuntamiento de Trabazos fue pionero en este tipo de regulaciones que obligan a los apicultores foráneos a pagar una tasa municipal por instalar sus colmenas en los montes, tributo del que están exentos los productores locales , y además determinan dónde se puede llevar a cabo la actividad y una distancia mínima entre colmenas. "En 2015 tuvimos que presentar tres o cuatro denuncias porque llegaban apicultores, vaciaban un camión entero en una zona del Ayuntamiento y no te lo comunicaban o lo hacían al terminar la campaña. En ocasiones las colmenas se ponían en caminos y rutas de senderismo y de bicicletas con los consiguientes problemas", argumenta Faúndez.