La lobada por partida doble que sufrieron dos explotaciones de ovino en Luelmo de Sayago la noche del jueves al viernes lleva un saldo de 15 ovejas muertas (8 en la ganadería de Ángel Heras y 7 en la Sociedad Jomalti de los hermanos De Pedro), 31 mordidas (14 y 17) y 10 desaparecidas (4 pertenecientes a Heras y 6 a los De Pedro). En total 56 animales afectados y unos ganaderos que todavía no se han repuesto del susto ni del cansancio después de tres días atendiendo al ganado herido y buscando a los animales extraviados.

"Se acabó, he tirado la toalla, nos faltan seis animales pero ya no movemos un dedo más" confiesa Pilar de Pedro agotada física y mentalmente tras lo ocurrido. "Es una pena cómo se ha ensañado (el lobo) con ellas (las ovejas)" se lamenta. "Si estuviera alguno de esos ecologistas en el cuerpo del animal -en referencia a las ovejas heridas-, veríamos a ver qué dicen del maltrato, a ver qué dicen del festín que se pegaron los lobos durante toda la noche a costa de nuestro trabajo y nuestro pan".

La ganadera cuantifica los daños, inmediatos y colaterales, en su explotación en 6.000 euros; "ya se nos ha fastidiado el año, estás de domingo a domingo las 24 horas del día pendiente del ganado para que en un momento te preparen esto. No hay derecho, alguien tiene que reaccionar y mirar por nosotros".

Las diez ovejas muertas el primer día se han convertido ya en 15 "y tendremos más bajas porque todas las que están cogidas por la gorja al final terminan asfixiadas; es una pena verlas así y asistir a su agonía" describe la ganadera sayaguesa tras confesar que, después de la lobada, le cuesta conciliar el sueño.

"No podemos estar cuidando a los animales como hacían nuestros padres y nuestros abuelos; estamos en el siglo XXI y el ganado estaba durmiendo en su finca, ha sido el lobo el que ha venido a incordiarnos y si las administraciones quieren lobos que los cuiden ellos, que nosotros ya no ocupamos de atender a nuestro ganado".

Desde que sufrieron el ataque, Pilar de Pedro asegura que "el teléfono echa humo, nos ha llamado muchísima gente para solidarizarse y echarnos una mano, solo tenemos palabras de agradecimiento, aunque lo que nos ha pasado no nos lo quita nadie; esta vez nos ha tocado a nosotros como otras tantas veces lo sufren otros compañeros".

Hoy esperan que por fin sean retirados los cadáveres que permanecen desde el viernes amontonados. Pero la vida sigue y los ganaderos continúan con su trabajo, intentando superar el episodio y luchando por la vida de los animales heridos. "Esto parece una enfermería, lo malo es que muchas no van a salir adelante tal y como están" lamenta la ganadera de Luelmo.