La mañana nació desnuda, recién salida de una laguna. La lluvia apareció mezclada con viento de madrugada y respetó las horas centrales del día, al menos en el centro y sur de la provincia, que en el norte fue otra cosa, allí irrumpió racheada, a deshora. Las escopetas relucientes, pavonadas para abrir la campaña. Fue una apertura irregular, como no puede ser menos. La caza no tiene reglas ni se cuenta en taquilla. Una cosa clara en todas las comarcas: la temporada, sin duda, va a ser mejor que la anterior. En el resumen obligado en la entradilla hay que destacar que hay perdices, pero las que hay tienen que ser mimadas. De ellas dependen los censos de los próximos años y con las poblaciones no se juega. Liebre, bien, subiendo y conejos, muchos.

"La caza está fuerte". Fue la frase lapidaria que pronunció a la hora del taco, José Antonio Melgar Fortuoso, presidente de la sociedad de cazadores de Toro. No fue la de ayer, precisamente una jornada de fortuna para los aficionados a la cinegética, sí para las piezas, reforzadas con las lluvias recientes, bien nutridas por el grano que este año ha sobrado más que nunca en los maraños porque las cosechadoras entraron a matar, a la carrera, porque sobraba cereal. Ya se verá, ya, dentro de nada cuando irrumpa la otoñada, las tierras se van a bañar en verde esperanza hasta que surja la espada blanca de la helada negra.

En Toro se vieron perdices en los perdederos y en los cotorros que anuncian los pinares, pero no muchas, que ya no abunda como abundaba la "patirroja" en la tierra de Bardales. Sí que hay más que el año pasado, apunta José Antonio Melgar, cuando parecía antes de Navidades que habían desaparecido de la faz de la tierra. Liebre también hay más en el coto de Toro. Cada año se va recuperando la especie que fue muy castigada hace años por las consecuencias y los tratamientos contra la plaga de topillos. "Las especies cinegéticas están pagando las consecuencias de la agricultura intensiva, es muy difícil contrarrestar con sangre nueva los efectos de los herbicidas y los tratamientos contra enfermedades y plagas", coinciden Melgar y José Antonio Prada, presidente de la Delegación de Caza de Zamora.

En los cotos que abrieron ayer la campaña, los cazadores salieron en bandada. "No falla ni uno", apunta un aficionado con muchos años en la canana de la comarca de Los Valles benaventanos. Pero cada vez son menos los cotos que abren la temporada el primer día. La filosofía de renuncia, que cada vez es más necesaria en el mundo de la cinegética, se impone y muchos cazadores prefieren dejar pasar algún domingo antes de salir al campo con la escopeta.

Volvió ayer a ser la comarca de Tábara y sus alrededores una de las más abundantes en caza de la provincia. Pasó en la media veda, donde las codornices escogieron la zona de los regadíos junto al Esla para pasar la primavera y el verano, y lo han vuelto a hacer ahora sobre todo las perdices. Se consiguieron ayer buenas perchas de patirrojas. Hay cultivos de regadío, agua todo el año y refugios a mansalva. Hay caza mayor, pro también menor, que el terreno da para todo.

Los conejos están mal repartidos por la provincia. En algunas comarcas, la mayoría del sur, son una plaga y en otras, hay escasez. La Delegación Provincial lleva años abogando sin éxito por la "traslocación".

En la mañana de ayer, muy húmeda, "los conejos prefirieron la comodidad de las huras", apunta José Antonio Prada. Aún así, hubo muchas capturas. Las enfermedades, de momento, han respetado la especie "y en algunas zonas están inmunizados", sentencia Prada.