"La fotografía es como la poesía: hay que cuidar la luz, la composición, la perspectiva y el momento". Así lo entiende el portugués António Luis Ferreira Quinta de Sá (Antonio Sá), un reconocido fotógrafo portugués colaborador de la revista National Geographic, que este fin de semana ha impartido en Morales del Vino un taller de fotografía bajo el título "El arte de ver". Una iniciativa organizada por la Asociación Fotográfica Encuadra Zamora.

-La fotografía, para usted, ¿afición, hobby o trabajo?

-Las tres cosas. Mi formación ha sido autodidacta porque yo estudie gestión en hostelería pero en 1995, con 26 años, decido dedicarme al cien por cien a algo que me apasiona, la fotografía.

-Ha sido testigo directo del gran cambio que han introducido las nuevas tecnologías en su trabajo.

-Enorme. Nunca me habría podido imaginar este cambio tan profundo que afecta a profesiones como el fotógrafo, pero también al periodista. La vida de un fotógrafo profesional ahora no es ni parecida a como era antes.

-¿Cuáles son las claves de esa transformación?

-Prioritariamente tres: la fotografía digital, que con un click de cámara puedes sacar decenas de fotografía; Internet, que un editor a miles de kilómetros con un click puede comprar imágenes de fotógrafos profesionales y los viajes low cost que meten a mucha gente a viajar. Estos tres aspectos revolucionaron el mundo de la imagen.

-¿Qué pros y contras tiene la era digital?

-Antes la gente tenía más cuidado en el momento de hacer la foto. Ahora con los ordenadores y los programas que existen se puede retocar todo buscando la perfección. Pero el cuidado con la luz, el encuadre, la perspectiva y el momento sigue siendo lo que define la imagen de un buen fotógrafo. Noto en falta que la homogeneidad que existe ahora está carente de alma. El contenido que transmiten las fotos, en muchos casos, no es el mismo y no consiguen emocionar como puede ser una exposición de fotografía de Sebastião Salgado, por ejemplo. Hace poco estuve viendo una muestra de él y es impresionante como se deja sentir el contenido, la forma, la textura.

-¿Y entre las ventajas?

-Sin duda la libertad que tenemos y la posibilidad de ver las fotos al momento de hacerlas para poder rectificar a tiempo si algo sale mal. He viajado por Asia hace tiempo y tras cinco meses tirando fotos no podía verlas ni apreciar el resultado definitivo. Otras ventajas son el precio, el poder enviar las imágenes al otro lado del continente y que la autonomía es casi total.

-Durante el taller que imparte en Morales del Vino. ¿En qué incide ante sus alumnos?

-Todos estamos un poco perdidos en este mundo de tecnología y yo lo que trato de explicarles es que la foto es como la poesía, por eso aparte de la propia práctica, hay mucha teoría de la imagen de distintos autores, muchos libros en los que aprender previamente a la práctica. La fotografía clásica debe permanecer y para ello es importante tener en cuenta el momento en el que la sacas y que tú veas que aquello merece la pena.

-Usted ya ha venido a Zamora más veces.

-Sí. Antes de 2010 yo vivía en Espinho y desde ahí me trasladé a Braganza, donde se encuentra también una sede de la Fundación Afonso Henriques, y a través de ella y en conexión con la que existe en Zamora me encargaron un trabajo muy importante sobre el patrimonio de la Unesco en la Cuenca del Duero, con el que hice una exposición. También he realizado otros trabajos de campo en la provincia.