Mari Carmen Carracedo de 54 años, en Rozas; Felisa Ferrero de 91, en Robleda; Miguel Fernández de 78, en Gallegos del Campo. Los tres salieron a pasear en pequeñas localidades de la provincia y en un escenario que desde la niñez les había resultado familiar, el monte. Los restos de la primera acaban de aparecer tras un mes de búsqueda. De los otros dos nada se sabe. Los vecinos de los pueblos, sobre todo en Sanabria, tienen miedo. Pero no al lobo, al que están acostumbrados y del que conocen sobradamente sus andanzas y forma de vida, sino de un monte en permanente cambio, el que ahora todos miran con máximo respeto?"porque engaña". Ya no es el mismo.

Solo durante este verano han desaparecido cinco personas en Zamora. Un hombre consiguió ser localizado con vida, y otro ya inerte. En octubre del pasado año ocurrió lo mismo con una mujer de 82 años en Pedrazales. Salió a pasear... El monte se la tragó y el monte la devolvió (pero solo gracias a la búsqueda) ya muerta días después. Demasiados casos similares y cada vez más frecuentes. Lejos queda ya el de la mujer que en Escuredo, hace 16 años, se esfumó cuando paseaba. De ella solo se encontraron ropa, huesos y el bolso que llevaba la última vez que fue vista.

Móviles para los mayores

Las desapariciones de personas, sobre todo mayores, no han hecho sino incrementar la preocupación de los habitantes de estos pueblos, muchos de ellos prácticamente deshabitados durante el invierno, y a los que las familias regresan en verano.

En Sanabria no se habla de otra cosa, como corrobora Mariló Rodríguez, propietaria de Casa Maribona Gela en El Puente. "Ten cuidado porque, como te caigas en un escobal, de ahí ya no sales", repiten a padres y abuelos cada día. A ella, como a otros hosteleros que a diario tratan con cientos de clientes, les consta que se ha disparado la utilización de móviles. "Se los cuelgan a los abuelos aunque no los hayan tenido antes para prevenir casos como los que se están sucediendo". Y es que son los zamoranos de mayor edad, aquellos que se han criado en la comarca y que desde niños la han recorrido metro por metro, los que pueden caer en el "engaño" de un monte en el que la maleza se ha comido caminos, y en el que han desaparecido lo que para ellos antes eran referencias que podían guiarlos como estrellas, de una punta a otra. "Se confían, salen a pasear y cuando se quieren dar cuenta se han perdido en algún camino equivocado", insiste Mariló Rodríguez, que no pasa ni un día sin que hable del tema con los lugareños.

Los grupos de personas paseando por las inmediaciones de cualquier pequeña localidad sanabresa bastón en mano son una fotografía que refleja el temor a perderse y, lo que más angustia, a no ser encontrado nunca.

"Si sales dime dónde vas"

De los lobos y jabalíes se habla, como siempre. Pero, aseguran los vecinos, el miedo es a "perderse, porque como tengas una mala caída en una zona de maleza alta no te ven aunque estés a medio metro". A partir de ahí, lo saben con claridad porque lo han vivido: "los bichos hacen lo que han hecho siempre, y ahora más porque tienen menos comida y andan más cerca de los pueblos", explica un ganadero de El Puente de Sanabria. Ahí el ruego diario de hijos y nietos a sus mayores: "Si sales dime dónde vas, por favor".

De cuidado que viene el lobo se ha pasado a cuidado que viene el monte. Un monte que en forma de maleza y masa vegetal llama casi a las puertas de algunos pequeños núcleos. Ahora lo ves... pero te engaña.