La expansión de la fauna salvaje más allá de los límites de la Sierra de la Culebra empieza a ser todo un quebradero de cabeza para el mundo rural. En la comarca de Tábara ciervos y jabalíes campan a sus anchas para desesperación de los agricultores, hartos "de sembrar para los bichos" denuncia Jesús Ángel Tomás, alcalde de Pozuelo.

A los accidentes prácticamente diarios que se producen en la zona por la invasión de la fauna en la carretera N-631, hay que añadir los daños que estos animales provocan en los cultivos. "Anda la gente como pordiosera por las noches, con las luces, silbando, pitando, con petardos... Esto es una vergüenza" insiste el regidor tabarés. Jesús Ángel Tomás tiene por costumbre mandar un escrito desde el Ayuntamiento a la Junta "cada tres o cuatro meses denunciando que aquí cada vez hay más bichos y no se toman medidas, pero nada. No me han contestado ninguna vez, oídos sordos. Pasan de todo y aquí la gente cada vez está más harta".

El problema ha llevado incluso a que algunos agricultores hayan cercado las parcelas con pastores eléctricos, habituales en las explotaciones ganaderas pero hasta ahora impensables en los cultivos. "Hay que defenderse de los bichos como sea, pero el pastor tampoco es solución; para los ciervos algo, pero el jabalí arrasa con todo, los rompen" como ha comprobado Ceferino Legido.

Los animales ya han conseguido que los agricultores dejen de sembrar las parcelas cercanas al monte. "¿Para qué, para que se lo coman todo los bichos?" justifican los agricultores. El propio Jesús Ángel Tomás ha dejado de sembrar este año 40 hectáreas "porque es una bobada. En todo el término, desde el pueblo hacia el monte puede haber unas 900 hectáreas y no se si habrá cincuenta sembradas. Te lo comen todo y la gente se harta" precisa el alcalde de Pozuelo.

El problema no es nuevo, pero con la llegada del otoño se agrava. Los jabalíes encuentran en los maíces alimento, frescor y un privilegiado refugio a costa de provocar importantes daños que merman la rentabilidad de las explotaciones. "Está plagado", se lamenta José Luis Prieto mientras recorre el maizal donde aparecen evidentes señales de la presencia del mamífero, con la tierra hozada y zonas donde las plantas están completamente aplastadas. "Vienen las madres y las tiran para que las crías coman, preparan la era y esto ya es irrecuperable".

Algo parecido está ocurriendo con la alfalfa y el girasol, manjares para una población de ciervo "totalmente sobredimensionada y descontrolada" apunta Ceferino Legido. En el caso de los girasoles los animales comen las cabezas y malogran definitivamente la planta.

"Es un problemón; este año como llovió mucho ha habido pasto y se han esparcido más, hasta que ha llegado la berrea. Ayer en esta misma parcela (de alfalfa) había 35 ciervos y a lo mejor hay una pérdida de mil y pico kilos en cada corte con lo que eso supone; son cuatro cortes y hablamos de unas pérdidas de 600 euros en cada una, ¿Quién nos lo compensa?. Encima no podemos hacer nada, porque si los asustas tienes a los guardas encima y si te da por coger la escopeta, te pillan y te desarman". "Están más protegidos que las personas" se lamenta José Luis Prieto.

El sector agrario dice no comprender las trabas de la administración para "hacer un control efectivo de la población o sino que vallen la Reserva; si no toman medidas vamos camino del desastre, nos echan de los pueblos". Apuntan agricultores de esta zona que "hay peritaciones con daños del 35 y 40% de las parcelas".

Desde los cotos se solicitan batidas de jabalí, aunque se quejan de que hasta ahora se han concedido con retraso y no pocos reparos. La última fue autorizada el pasado domingo en Moreruela de Tábara en una mancha de maíz de 70 hectáreas y se cobraron 25 piezas. "Imagínate lo que había ahí dentro" cuenta uno de los cazadores.

Los participantes en la batida, muchos también agricultores, pudieron comprobar el alcance de los daños que tienen las parcelas. Con 50 puestos y cinco rehalas, la cacería resultó mejor de lo esperado, pues aunque sabían que había mucho jabalí, el resultado de 25 animales abatidos vino a confirmar una realidad preocupante.

En la comarca de Tábara la situación se ha agravado en los últimos años con la implantación del regadío. La tan demandada modernización que ha permitido mejorar la rentabilidad de las explotaciones se está encontrado con un enemigo inesperado, una fauna salvaje que baja de la sierra en busca de alimento fresco. "Aquí estamos los tontos para darles de comer" se queja el alcalde de Pozuelo.

"Cada vez hay más, aquí se han visto manadas de cuarenta ciervos juntos al lado del pueblo. Ya no sabemos qué hacer" denuncia Juan Gasol. ¿Solución? "Que la Junta conceda permisos para descastar y sino que pague los daños. Ahora yo he tenido que hacer un seguro extra con el coche porque sino no hay manera, la Administración no quiere saber nada; los bichos andan por todos los sitios a su aire y nadie nace nada, aquí solo vienen a buscar el voto cuando hay elecciones. Es un desastre total".

Los agricultores están llegando al extremo de recorrer las parcelas por la noche para espantar a los animales. "Vengo con los petardos pero me da lo mismo porque se asustan, van a los pinos y en cuanto te vas, a los diez minutos ya están otra vez" explica Legido. Este joven cultivador plantea que si se exige una carga ganadera por hectárea "por qué estos animales salvajes no tienen ningún control, la administración tendría que valorar cuántos puede soportar un territorio porque esto va a más; autorizan matar algunos machos pero si dejan a las ciervas, vuelven a criar".

Las responsabilidades apuntan a una Junta de Castilla y León "muy reacia a todo lo que suponga control de la fauna" denuncian. Ocurre con las batidas de jabalí; "ahora parece que empiezan a darlas pero les cuesta trabajo; no hablamos de matar sin sentido o exterminar pero sí de controlar la población, porque ahora mismo está descontrolada; es un escándalo" incide José Luis Prieto.

El problema se extiende a la circulación, con accidentes de tráfico que a veces se cuentan de tres en tres como ocurrió la noche del domingo. "Cuánta gente se tiene que matar hasta que vallen esta puñetera carretera", se pregunta el agricultor. "Vale que pierdas el coche que es un bien material, pero si pierdes la vida o la de tu hijo ¿qué pasa?".

La sensación general es que "los políticos están a otras cosas, que pisen los pueblos y vean que como no se tomen medidas esto se acaba" advierte Jesús Ángel Tomás. "Y hablan de desarrollo rural?, que no nos tomen el pelo".