Un pastor de San Juan de la Cuesta encontró ayer los restos de la mujer desaparecida en Rozas de Sanabria, María del Carmen Carracedo Sotillo, de 54 años. Su cuerpo apareció a unos 600 metros del pueblo, en una finca poblada de escobas, espinos y zarzas en el paraje de Casiares, a escasos metros del camino de Llama Carballo y el sendero de Villarino. Tras la intervención del médico forense y los equipos de policía científica de Sanabria y Zamora se autorizó el traslado del cuerpo al Instituto Anatómico Forense de Zamora para practicar la autopsia y determinar la causa de la muerte. El cuerpo de la fallecida se encontraba en muy mal estado tras 24 días perdido entre la maleza.

El hermano de la fallecida, José Carracedo Sotillo, expresó su deseo de mantener la concentración del próximo sábado a las cinco de tarde pero en recuerdo de su hermana, y para impulsar la búsqueda de las otras personas desaparecidas este verano en la provincia, especialmente la vecina de 91 años y natural de Ilanes, Felisa Ferrero García, perdida el pasado 30 de julio en Robleda.

Poco antes de las nueve de la mañana, cuando el pastor sacaba el rebaño de la nave, en el pueblo vecino de San Juan de la Cuesta, se encontró accidentalmente con lo que parecía la extremidad de un jabalí, pero al acercarse descubrió que era parte de un brazo intacto, y que posiblemente hubiera llevado uno de los cachorros de mastín la tarde anterior cuando guardó las ovejas. El pastor recogió los restos, los guardó dentro de la nave y avisó a la Guardia Civil aunque no pudo esperar a que llegaran los agentes porque el rebaño había salido disparado hacia los pastos del día anterior.

Poco después de llegar a la zona de Los Casiares los perros espantaron de entre la maleza un lobo, que huyó en dirección a la zona de Villarino. Al momento encontró una zapatilla y posteriormente más restos de la desaparecida. Aparentemente no había indicios de que el cuerpo hubiera sido arrastrado. El pastor declaró ayer, a lo largo de la tarde en el cuartel de El Puente de Sanabria. Descartó que los perros hubieran dañado el cuerpo porque hasta el día anterior al del hallazgo no había ido de pastoreo con el rebaño por esa zona de Rozas, y sus sospechas se dirigen a la fauna salvaje abundante de la zona.

El pueblo estaba ayer apesadumbrado y triste por el desenlace, pero aliviados porque finalmente María del Carmen podrá reposar en el panteón familiar del propio pueblo de Rozas. Alguno de los residentes calificaba el estado de ánimo vecinal de "psicosis" y miedo porque nadie quería ir estos días a buscar setas. Mari Carmen Carracedo caminaba con dificultad y por eso se esperaba que apareciera cerca de su casa, pero los días iban pasando y la falta de indicios sobre su paradero daba lugar a todo tipo de especulaciones que preocupaban a los vecinos. Efectivamente, el cuerpo de Mari Carmen estaba a pocos metros del pueblo, solo que nadie lo había encontrado.

Días atrás, un vecino del pueblo había estado sacando leña de la zona y se dio una vuelta por si encontraba a su convecina, con la mala suerte de que guió sus pasos en dirección contraria y no se internó en la mata de maleza donde se encontraba el cuerpo. Incluso el pasado sábado, un amigo de la familia, Carlos Pereira, y el propio José Carracedo anduvieron recorriendo esta zona porque la presencia de numerosos córvidos les hizo sospechar que podía estar por ese lugar. Si bien, como oscureció, regresaron al pueblo.

Ese día revisaron incluso varios pozos que hay por la zona, sin resultado. Todas las personas que han pasado estos días por el paraje, especialmente el vecino que sacaba la leña, no registró ningún olor que permitiera dar con la desaparecida. Días antes, en otra zona del pueblo más alejada, sí se registró un potente olor a descomposición pero procedía del cadáver de un jabalí.

En la primera semana de búsqueda se recorrió en repetidas veces toda esa misma zona, donde hay unos prados, pero nadie se internó en la mata de maleza bastante tupida, como relataban ayer los vecinos y amigos de José Carracedo que se acercaron hasta el lugar donde la Guardia Civil custodiaba el acceso.

En la plaza de Rozas varios vecinos comentaban consternados el caso, y que finalmente se acaba con el sufrimiento de los familiares por la incertidumbre de saber dónde podía estar Mari Carmen. En el caso de José, su desesperación ha sido día a día por poder encontrar a su hermana, como relataban sus amigos, que ayer también le acompañaron.

La Guardia Civil mantiene abierta la investigación en el caso de la otra mujer desaparecida en la comarca de Sanabria, en el pueblo de Robleda hace ya casi dos meses, Felisa Ferrero García, que desapareció en el pueblo de Robleda sobre las cinco de la tarde del domingo 31 de julio, donde se encontraba acompañando a su hija. La mujer salió de casa tras avisar a sus allegados de que iba a dar una vuelta con el perro de la familia. El can regresó solo a casa. Felisa vestía un vestido camisero de color azul con lunares blancos pequeños y chaqueta de punto azul marino, medias de color claro y zapatillas de tela. La mujer andaba con dificultad y se ayudaba de un bastón. Las labores de búsqueda, en las que participaron hasta 200 personas y que se prolongaron durante varias semanas, fueron infructuosas.

También en la comarca de Aliste continúa la investigación para encontrar a Miguel Fernández, de 78 años, que desapareció el viernes 2 de septiembre -un día antes que Mari Carmen Carracedo-, cuando después de desayunar salió de su casa de Gallegos del Campo para dar su habitual paseo matutino, pero ese día no regresó. Aunque algunas personas creen haberlo visto esa mañana caminando cerca de San Cristóbal de Aliste, nadie lo ha encontrado ni allí ni en el camino que comunica los dos pueblos ni en otros parajes peinados varias veces por la Guardia Civil y por las búsquedas que se llevan organizando con la participación de cientos de vecinos, agentes de Medio Ambiente y bomberos del parque comarcal. Ni siquiera la pista de la cobertura captada por el móvil de Miguel, que permaneció activo durante los dos días posteriores a su desaparición, sirvió para encontrarlo ni vivo ni muerto. Aunque esta zona de Aliste no es tan boscosa como Rozas, también existen zonas de vegetación muy espesa que pueden hacer que algunas pistas pasen muy desapercibidas aunque alguien haya pasado cerca, como ha sucedido en el caso de Mari Carmen.