Un puñado de familias alistanas mantiene viva la trashumancia ganadera. Son los últimos rebaños trasterminantes auténticos, valedores de una tradición que camina hacia la extinción. Esa exclusividad, el sentimiento de que los pastores nómadas tienen los días contados, otorga tintes heróicos a cada paso que dan. Por eso la llegada las casi cinco mil ovejas que durante dos meses han permanecido en Sanabria aprovechando los pastos de la Sierra Segundera se convirtió ayer en todo un acontecimiento en San Vitero.

A las 9 de la mañana los siete pastores con sus familias partían desde el Campo de San Cristóbal, donde el rebaño pasó la noche, para enfilar las calles de San Vitero camino del ferial. "Teníamos algo de miedo, estábamos un poco nerviosos porque las ovejas no estaban enseñadas a entrar en el pueblo y no sabíamos si tirarían. Pero ha salido todo perfecto" contaba aliviado Tomás García Peña, uno de los pastores que conforman la cabaña de El Poyo -la segunda trashumante que queda, de Pobladura, sigue en la sierra-.

Al lado del recinto ferial, se procedió a la separación de las ovejas con sus respectivos dueños, vistiendo camisetas de diferentes colores en las que iba serigrafiada la mela (marca del ganado) de cada una de las familias. Esos símbolos que los pastores pintan en el cuerpo del animal después del esquilado, son los que permiten identificar a cada rebaño. Las Gabella Gabella, Gabella Vara, García Peña, Leal Fernández, Manjón Morán, Silva López y Teso Cruz. Siete familias procedentes de El Poyo, Gallegos del Campo, Pobladura de Aliste, Fradellos y Vega de Nuez que ayer se convirtieron en protagonistas de su propia historia. Padres, hijos, esposas, nietos, vecinos, amigos... Faltaban las manos para reunir a cada una de las cabañas en sus rediles.

"Para el que no lo ha visto es una novedad, pero los que llevamos aquí toda la vida ya sabemos lo que hay" comentaba un alistano mientras observaba desde fuera de la cancilla la separación de la cabaña. Una práctica habitual al final del viaje que tradicionalmente se realiza en el campo de Gallegos, pero este año la novedosa Feria del Pastor y la Trashumancia lo incorporó como el acto estrella del programa para que todo el mundo pudiera ver cómo cada rebaño vuelve con su dueño tras un viaje y un cuidado donde no hay diferencias porque todos los pastores van a una.

Reunidas las casi cinco mil cabezas en un espacio común, los pastores ayudados de familiares y amigos van cogiendo a sus ovejas por la pata para introducirlas en los apartaderos. Un proceso que se prolongó durante unas dos horas hasta que cada una de las siete cabañas quedó recogida y los pastores respiraron aliviados.

También las familias, que reciben a los suyos como héroes después de la odisea vivida un verano más, con los pastores haciendo turnos para velar por el ganado durante la estancia en la sierra. Allí, tres guardianes duermen al raso, atentos a todo, aunque sin poder evitar la "visita" del lobo o algún disgusto por la pérdida de animales.

Aventuras que demuestran la madera de estos hombres. "Ya quedamos pocos" admitía Nicolás Silva, de Pobladura, mientras se daba un respiro en la tarea de la separación del rebaño. "Cuando lo dejemos nosotros esto se acabará" abunda Tomás García, de El Poyo.

Son dos de los siete ganaderos que ayer recibieron un homenaje durante la Feria del Pastor y la Trashumancia que también entregó los premios al Pastor Honorífico, en la persona de Ángel Bariego. Fue su esposa Leo la receptora de este reconocimiento a una persona que, en palabras de Félix Vicente Pastor, aportó al sector "humildad, dignidad, inteligencia y coherencia".

No menos emotiva resultó la entre del premio al Pastor del Año al fallecido Martín Ferrero Galván, de Gallegos del Campo. Su viuda, Juana Prieto, no pudo ocultar la emoción al recibir el reconocimiento de Tomás García, compañero con el que durante muchos años ha realizado el viaje pastoril a la sierra.

Fue el colofón a la serie de actividades organizadas desde la primavera en reconocimiento a quienes han hecho posible a lo largo de los siglos la actividad del pastoreo. Pero también a un sector que si bien vive "momentos difíciles" también muestra fortaleza en Zamora como "un motor de la riqueza de la provincia" apuntó el alcalde de San Vitero, Rafael Caballero.

Este Ayuntamiento alistano junto a la Diputación Provincial, representantes de cooperativas e industrias e industrias del sector ovino y Caja Rural han prestado su apoyo al grupo de personas que pusieron en marcha la iniciativa Pastores. Un proyecto que quiere avanzar hacia nuevos horizontes.

Así lo confirmó el alcalde de San Vitero. "Queremos crear una plataforma desde donde dar voz y reivindicar las necesidades, los apoyos, las ayudas, y acercar las demandas a las administraciones. Es necesario que todos nos hagamos responsables y es no se quede en esta fiesta".

Una reivindicación que también se oía entre los asistentes a la Feria del Pastor y la Trashumancia, muchos ligados al sector como el ganadero sayagués Alonso Santos. "No es cuestión solo de estos días y de estos actos; hay que apoyar decididamente la ganadería extensiva".

El diputado de Agricultura, José María Nieto, defendía "las subvenciones y el apoyo de la Diputación a la ganadería extensiva". Y también se apuntaba a la fiesta el líder socialista regional, Luis Tudanca, quien apostó por "fortalecer el sector primario" no sin antes recordar el dato "insostenible y dramático" arrojado el año pasado por la provincia, con la pérdida de 3.000 habitantes.

Muchas de esas bajas llegan de un mundo rural que necesita una revolución para cambiar una tendencia hoy por hoy imparable. El mensaje esperanzador lo lanzaba el regidor de San Vitero. "Creo que tenemos las mimbres para hacer un bonito cesto".