La localidad de Tola ha aprovechado los calurosos días de agosto para revivir las tradiciones agrícolas que durante siglos formaron parte de la vida cotidiana de Aliste y los alistanos con una dura faena de sol a sol para recoger una cosecha de hierba, cereal, paja y grano, que garantizaba la supervivencia durante los fríos días y meses del invierno.

Las hoces resurgieron del olvido y de sus cenizas para, seguras, en la mano diestra, ir segando la cebada, el trigo y el centeno, que apañaba la izquierda. Manada a manada, gavillas sobre rectos surcos que dieron lugar a los manojos amarrados con ataderas de "encaño" de centeno, hasta formar la peculiar "morena". La vacas, volvieron a tirar del carro que con 58 manojos fue llevando caña y espigas hasta la era donde esparcido formaron la circular parva. Vueltas y más vueltas bajo el sol hasta que los trillos de "cantalejo" tirados por las vacas convirtieron el cereal en paja y grano, separados luego mediante la limpia.

Se cuidó hasta el último detalle y "Perniles" cogió en carro con los cañizos y se llevo la paja desde la era al pajar.

La faenas veraniegas han resurgido ante las atónitas miradas de niños y adolescentes nacidos ya cuando las modernas cosechadoras realizaban en dos días el trabajo que llevaba a una familia más de dos meses. Por San Antonio, el 13 de junio, se comenzaba con el esquileo de las ovejas y la siega de la hierba, a la vez que la cebada. Por San Pedro pastores y ovejas iniciaban la trashumancia hacia las sierras sanabresas y el 2 de julio, Virgen de la Salud, marcaba el comienzo de la siega del centeno, luego el trigo, y el día "Señor Santiago" a sortear los campos de la era para la trilla, que con la limpia llegaba hasta septiembre.