Enseñar una metodología de trabajo. Ese fue el cometido principal de la primera jornada de anillamiento de aves realizada por los biólogos Juan Antonio Casado Coco y Benito Fuertes Marcos miembros del Grupo Ibérico de Anillamiento (GIA) y anilladores expertos vinculados al Ministerio de Medio Ambiente. Uno grupo reducido de participantes del III Festival Territorio Lobo pudo seguir el desarrollo de este proceso que requiere, en primer lugar, la colocación de las trampas inocuas, en este caso se emplearon redes japonesas.

Los biólogos tendieron tres redes para la captura de paseriformes en el entorno del molino del Centro del Lobo de Robledo, y una cuarta en la explanada del centro. Este tipo de trampa se sitúa en zonas de paso de las aves, en este caso áreas próximas al regato, con arbolado y vegetación de ribera que crea un contraste de sol y sombras. Las redes requieren unos 20 metros de espacio para garantizar que tanto el artilugio como los tensores están debidamente colocados. La red es de nylon, de color negro, que pese al gran espacio que ocupa pasa desapercibida hasta para el ojo humano. Transcurrido un tiempo prudencial la primera red está vacía pero en la segunda ha caído un pequeño ave. Se trata de un petirrojo que una vez extraído y sujetado por la tibia, para evitar lesiones en las extremidades, se introduce en unas bolsas de tela individuales llamadas colectores.