Visitantes y vecinos de Porto de Sanabria se refugiaron a la sombra de los árboles del parque infantil para contemplar, sentados en la tapia, una treintena de equinos trasladados al recinto ferial portexo.

Las altas temperaturas, por encima de los 30 grados, marcaron la tercera feria de la temporada que pese al bueno tiempo no estuvo muy concurrida de público ni de ganado. Solo uno de los propietarios reunió parte de los equinos para trasladarlos al ferial, más para exhibir que para vender. Entre los ejemplares a exposición destacó un semental de color castaño de 7 años, de gran porte, que se paseaba entre la yeguada ante la atenta mirada de los presentes.

La cabaña de vacuno y equino campea estos meses por la sierra, lo que complica su agrupamiento para poder trasladar los animales al recinto. Si es rentable la cría de equipo en extensivo "depende de lo que saques en limpio" afirma José Antonio González "Perkins" pendiente del paseo de su caballo.

Tierras cercanas

Hasta la villa se acercaron vecinos de otros pueblos de la comarca y de las tierras cercanas orensanas. Algún que otro ganadero sanabrés que comparte pastizales de la sierra con los rebaños portexos se dejó caer para conversar con los veteranos del oficio pastoril.

Los residentes se animaron entre los puestos del mercadillo ambulante con las compras del mes, conversaciones y paseos, una vez examinado el escueto ambiente de la feria. El pueblo comienza a crecer en estas fechas en población que viene a veranear con el horizonte de la próxima feria del 26 de agosto.

Los vecinos aprovecharon la ocasión para instalar varias pancartas reclamando la mejora integral de la carretera ZA 102 de Porto, "¿Para Cuándo? Carretera ya". Porque como reconocía algún que otro allegado al lugar "hasta conduciendo me mareo". En su eslogan abogan los residentes "Por el futuro. Seguridad y Dignidad" que representa la carretera.

Reivindicación

La lucha por el arreglo de la vía se ha convertido en la principal reivindicación de un pueblo que se niega a quedar aislado y limitado por las condiciones de la vía.

Y para rematar el trasiego de la mañana no podía faltar una visita a los calderos del pulpo instalados en las calles del pueblo que animaron los lugares públicos, bares y terrazas.

Fue un día de feria y de fiesta donde Porto recupera parte del esplendor de antaño gracias en buena parte a la llegada de emigrantes durante el periodo estival.