Cañizal viajó este fin de semana en el tiempo, retrocedió 900 años para revivir el momento en el que la reina Urraca I de León y Castilla donó esta villa a la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, una congregación de monjes guerreros a quienes la monarca concedió once poblaciones del sur del Duero para que contribuyeran a la defensa de la zona, lo que estimularía su repoblación. Sucedió en 1116, el 3 de julio, y volvía a pasar ayer gracias a la recreación histórica que organizó la asociación Pro Cañizal.

El sábado la villa recibía al gran prior de la orden sanjuanista en la Casa Blasonada y más tarde a a la reina doña Urraca, la monarca desfilaba rodeada de damas y caballeros leoneses, y el prior con sus aguerridos monjes armados, pero fue en la mañana del domingo, cuando se escenificó el encuentro entre ambos y la donación de la villa por parte de la reina al prior de San Juan de Jerusalén. Decenas de vecinos participaron en la representación, llevando vistosos y elaborados trajes medievales que les ayudaban a meterse en el papel y a envolver las calles de la villa en el ambiente de la época.

Para acompañar estos actos, la asociación organizó también un mercado medieval con actividades como exhibiciones de cetrería con exhibición de vuelos de aves rapaces, tiro con arco, espectáculos de malabares, cuentacuentos, marionetas o talleres de globoflexia. Para rematar, se descubrió una placa conmemorativa del noveno centenario de la donación.

La recreación contó con la colaboración del pueblo vallisoletano de Fresno el Viejo, su asociación de mujeres y su banda de cornetas y tambores, además del Grupo de Paloteo de Cañizal.