Los festejos taurinos de La Visitación comenzaban este año con mal pie, pues durante el encierro nocturno del viernes -el que se celebraba de madrugada por las calles, en el descanso de la verbena-, los saucanos presenciaron una aparatosa y desagradable cogida. Un joven que se encontraba entre el público fue empitonado por uno de los novillos cuando estaba sacando fotos del encierro con su teléfono móvil. El afectado sufrió una herida por asta de toro en el abdomen, que según coincidían diferentes testigos presenciales quedó "abierto y con las tripas fueras".

El suceso se produjo sobre las 3.30 horas y consternó a las decenas de vecinos y visitantes que lo presenciaron de cerca. El protagonista es un varón de origen segoviano, de 29 años de edad y oficial del Ejército destinado en Colmenar Viejo (Madrid), que había venido con un compañero de trabajo de Zamora a disfrutar de las Ferias y Fiestas de San Pedro. Desde el viernes, ambos jóvenes continuaban sus vacaciones en las fiestas de La Visitación de la villa saucana.

El joven fue atendido in situ por el equipo médico del doctor Nabil, que tuvo que sacarle los intestinos con el objetivo limpiarlos y comprobar que no hubiera sufrido ninguna perforación en los mismos. Más tarde, fue trasladado en ambulancia a un hospital de Salamanca, donde le operaron de urgencia para recolocarle los órganos y coser la herida.

Este no es el primer aficionado que sufre una cogida mientras saca fotos de un festejo con el móvil. En el propio Fuentesaúco hace un año, durante la segunda mañana de espantes, un hombre de 58 años fue embestido por uno de los bóvidos también mientras fotografiaba el espectáculo. Aunque aquel caso fue menos grave que el de el pasado viernes, el fotógrafo aficionado sufrió una aparatosa herida en la mandíbula. También en julio del año pasado un turista francés moría en un festejo de un pueblo alicantino tras ser corneado mientras tomaba fotos. Cabe recordar que mirar al toro a través de un objetivo o una pantalla puede hacer que se pierda la perspectiva sobre la distancia a la que se encuentra el astado, o incluso perder campo de visión por los laterales, por donde podría acercarse otro bóvido.