Cerca de 70 jinetes participaron ayer en el II Concentración Ecuestre del Lago de Sanabria aunque el número de espectadores superó con creces las expectativas de la organización en todo el recorrido, desde El Puente de Sanabria hasta la playa de los Arenales en el Parque Natural.

La presencia de cerca de medio centenar de equinos despertó la atención en la Plaza del Mercado, donde a primeras horas se inscribían 42 personas a lo largo de la mañana procedentes de todos los rincones de la comarca, desde Valparaíso hasta Vigo. Las caballerías se acercaron desde los más diversos puntos de Barrio de Lomba, Pedrazales, Barrio de Rábano, Cobreros o Asturianos, recordando los tiempos de la feria de ganado con epicentro en El Puente. Alguna vecina rememoraba que la explanada del pabellón deportivo era el punto de compraventa de las reses y de las carreras de cintas, mediado el pasado siglo. Los jinetes que cogían la cinta tenían derecho a un baile en la fiesta con la propietaria del lazo.

Los caballistas recorrieron los cuatro puntos cardinales del Mercado para visitar los establecimientos que han colaborado con esta iniciativa que ha permitido contemplar y admirar la cabaña equina de la comarca, en auge en la comarca y entre los más jóvenes, aunque también hubo lecciones de veteranos a la hora de tratar a la montura. En Ilanes se realizó la primera parada en trayecto, donde los animales pudieron abrevar en la fuente tras la marcha de más de un kilómetro. Agentes de la Guardia Civil supervisaron que el recorrido en los tramos de carretera discurriera con normalidad.

Los niños fueron los espectadores más sorprendidos a lo largo del recorrido, y especialmente en El Puente donde pudieron acariciar las cabalgaduras, subir a las sillas y algunos pasear unos metros. Los niños jinetes fueron especialmente disciplinados y obedientes a la hora de llevar las riendas, como la pequeña María de Pedrazales que monta desde los 6 años.

El recorrido discurrió primero por la carretera hasta Ilanes para tomar el camino tradicional a Galende y llegar al final de etapa en los Arenales.

Por fuerza había que fijarse en el calzado a cuatro patas de estos correcaminos, y de paso aprender lecciones de herraje de las monturas en directo. Un oficio, el de los herreros, único por la escasez de maestros.

Y con pericia una decena de jinetes compitieron en la explanada de los Arenales en la carrera de cintas.