El Obispado de Zamora y el arcipreste de Aliste Héctor Galán Calvo, en nombre de los sacerdotes alistanos y albarinos, han solicitado a la Subdelegación del Gobierno en Zamora, una reunión con el responsable Jerónimo García Bermejo, con carácter de urgencia, para analizar "la preocupante situación e intentar buscar una solución que ponga fin a los robos y calme los ánimos entre los feligreses". En algunos de los pueblos incluso ya se han ofrecido los habitantes a turnarse para hacer vigilancias nocturnas.

El temor, aparte de los edificios religiosos, está en hogares habitados por una población envejecida y vulnerable. Es un secreto a voces en la comarca de Aliste, Tábara y Alba, porque así lo manifiestan algunos vecinos, que el miedo es libre. "Dormimos con la escopeta cargada debajo de la almohada".

La segunda consecuencia de los robos está en que los feligreses, por miedo, comienzan a negarse a guardar en sus casas las limosnas o propiedades de las iglesias. La idea es que ni céntimo de euro quede en las iglesias y, "tras cada misa, recoger los cepillos y los lampadarios e ingresarlo en la cuenta del banco". Lamentan los destrozos de las puertas y las cerraduras "porque cuestan más los arreglos que lo que verdaderamente se llevan".