La persistencia de las lluvias y el incremento de los caudales de los ríos obliga a las empresas eléctricas a levantar unos centímetros más las compuertas de los aliviaderos de las presas hidroléctricas para dar rienda suelta a las avenidas de agua y mantener en niveles de seguridad y correcta gestión la capacidad de los embalses.

Esta mayor liberación, por aliviadero y turbinación, supone que ayer pasaran de la provincia de Zamora hacia Portugal, por el río Duero, 640.000 litros por segundo más que anteayer, puesto que, según información facilitada por Iberdrola, el caudal soltado aguas abajo era de 1.700 metros cúbicos, por los 1.060 desembalsados el pasado lunes.

Iberdrola incrementó notablemente los caudales aliviados y las salidas para hacer frente a la situación hidráulica que imponen las tormentas de agua y los deshielos que acompañan a la licuación de las nevadas que vistieron día atrás de blanco las zonas altas de la cuenca del Duero.

Las presas que regulan los ríos Tera, Esla, Duero y el bajo Tormes han cambiado estos días con las lluvias su sosiego para ofrecer unas impresionantes cataratas o escapes de agua. Son centenares o millones de litros por segundo los que siguen su curso con una bravura y un furor digno de contemplación.

En la jornada de ayer, en la cuenca del Tera, Cernadilla vertía más de 55.000 litros por segundo, Valparaíso 92.500 litros y Nuestra Señora de Agavanzal 125.000 litros por segundo; cada presa con su estampa, en armonía con el diseño del aliviadero. Por lo que respecta al Esla, Iberdrola desaguaba por el aliviadero medio de la presa de Ricobayo, más el turbinaje, un total de 890 metros cúbicos, dejando ver en la salida de la canalización una emisión de agua más que llamativa.

Ya en el Duero, las cuatro compuertas del aliviadero de Villalcampo permitían el paso enfebrecido de 1.600.000 litros por segundo, que causaban al acoplarse sobre el Duero un verdadero "maremoto". Un trecho más abajo, el caudal aliviado se elevaba a 1.700.000 litros por segundo en la presa de Castro.

Tras nutrir turbinas y aliviaderos de las presas lusas de Miranda, Pico y Bemposta, de nuevo el Duero carga los embalses de Aldeadávila, que ayer se acercaba a un desembalse de casi dos millones de litros por segundo, que abastecer seguidamente el embalse de Saucelle, donde se vertían hacia Portugal 2.100.000 litros por segundo.

Es de resaltar que esta liberación de agua obedece al imperio de la Naturaleza sobre la ingeniería, ya que, lo fugado por los aliviaderos, es un caudal excedentario que impepinablemente debe dejarse marchar sin pasar por las tuberías forzadas que alimentan las turbinas, con la consiguiente generación de kilovatios y rentabilidad económica.

No obstante, la concatenación de los embalses y la gestión del sistema eléctrico permite a las eléctricas buscar el máximo aprovechamiento del agua circulante, tratando de conjugar generación y almacenamiento con la máxima eficiencia. En este caso, Iberdrola consiguió establecer en la conquista hidroeléctrica del Duero uno de los complejos operativos más admirables, que tuvo su culminación en la construcción del embalse de Almendra, concebido como despensa fluvial. Con una capacidad de 2.648 hectómetros cúbicos, este cuenco se nutre, en buena parte, con el bombeo del agua que circula por el Duero y que es ascendida hasta embalse por un túnel de 15 kilómetros. De esta forma se exprime el poder energético del agua antes de dejarla ir, previo paso por Aldedávila y Saucelle, hacia Portugal. Almendra se encontraba ayer con un llenado del 96%.

Hechos los embalses, Iberdrola (también Portugal) ha venido completando además su potencial con la instalación de nuevos grupos de generación en las diferentes presas, multiplicando así la producción.

Los desembalses se ofrecen como uno de los fenómenos hidroeléctricos más espectaculares y sensacionales por la fuerza y el poder que encierra el agua desenjaulada y ansiosa por salir a curso abierto.