Vecinos de Ribadelago reclaman soluciones al Ayuntamiento de Galende por el descontrol en la custodia de un centenar de reses de vacuno que deambulan por el casco urbano y las fincas de labor.

El problema se expuso en una de las últimas sesiones plenarias, a instancias de los titulares de fincas y propiedades que sufren las idas y venidas de las reses que se gestionan como en régimen de extensivo, pero que pastan felices por las vegas y fincas del pueblo. Las vacas se han acostumbrado a estar sueltas e incluso a circular por la carretera entre los dos núcleos, Ribadelago Nuevo y Ribadelago Viejo, sin sorprenderse ni sentir temor alguno ni a coches ni a los peatones.

En estos días, la presencia de un centenar de vacas de una explotación local ha dado al traste, según las quejas de los vecinos, con los primeros sembrados, como el centeno, o las berzas de los huertos "donde no dejan ni los truejos". Esta situación se ha generalizado hasta el punto de que ni las plantas de los jardines están a salvo, pese a las denuncias ante la Guardia Civil.

A primeros de marzo, como mandan los usos ganaderos locales, las cuadras de Ribadelago se vaciaban y todos sus vecinos mandaban el ganado a pastar a la sierra. De este modo, los vecinos preparaban los huertos, en las fincas mayoritariamente de la vega de la Retuerta y preservaban los pastizales en Seoane para la posterior siega en los meses de verano.

Los únicos animales que se mantenían en el pueblo eran las vacas paridas o los animales enfermos. No podía evitarse que alguna de las nodrizas paridas provocara algún daño, aunque se intentaba subsanar y, en la mayor parte de los casos, los animales estaban vigilados por el pastor y se procuraba que los animales no anduvieran cerca de las fincas sembradas o cultivadas.

En los últimos años los pocos agricultores que quedan han optado por cercar las propiedades para evitar la irrupción de los animales, aunque ante la relajación reinante ni eso garantiza que las vacas entren. De hecho lelas reses parecen haber desarrollado su habilidad para levantar las vallas e irrumpir en los huertos en busca de pasto. Los animales tenían sus propias zonas de paso aunque ahora han abierto caminos por encima de fincas y paredes. Los afectados por los daños señalan a una única explotación de vacuno, mientras que los otros titulares intentan mantener alejadas las reses de las zonas de las vegas para evitar daños, denuncias y conflictos con vecinos y titulares de fincas.