Las poblaciones de la náyade, molusco bivalvo con el nombre científico de Margaritifera margaritifera, en Castilla y León "se encuentran en una situación crítica". Así lo constata un muestreo realizado el pasado verano por investigadores de la Universidad de Salamanca en los ríos Alberche (Ávila) y Águeda (Salamanca). Solo mejora el estado en el río Negro, donde se descubrió en 2001 y se desarrolló "con éxito" el programa Life Náyade (2003-2007).

Sin embargo, "en general la situación en los ríos de Castilla y León, con poblaciones muy envejecidas, hace inviable la especie a largo plazo". Así lo revela el reportaje difundido por la agencia Dicyt en base a la información de Javier Morales, investigador del área de Biología de la Universidad de Salamanca.

Según el mismo, tras los muestreos en los ríos Alberche y Águeda, este verano se realizará en otros tres ríos, todos en la provincia de Zamora: Tera, Negro y Bibey. Incidiendo en la situación de la especie, los científicos consideran que, aunque se tomaran medidas, "las propias características de los ríos de la comunidad dificultan la existencia de truchas y náyades y circunstancias como el cambio climático, la contaminación y las construcciones artificiales deparan un futuro poco prometedor para una especie que está amenazada globalmente". En la península ibérica sólo existe en el noroeste, con una presencia testimonial en Portugal y Asturias y más abundante en Galicia, donde sí se reproduce en una treintena de ríos.

En la actualidad, revela la información de Dicyt, "los ejemplares de este molusco bivalvo son tan escasos y están tan envejecidos que su supervivencia en estos lugares parece casi imposible". De hecho, esta especie es más habitual en ríos fríos y limpios poblados de salmones en otras latitudes, ya que para completar su ciclo vital hasta que llegan a ser juveniles necesitan hospedarse en estos peces y, a falta de ellos, lo hacen en las truchas, como en el caso del Águeda y del Alberche.

Hasta su descubrimiento en el río Negro "no se tenía constancia científica de su presencia en estos ríos" de Castilla y León, afirma Javier Morales en declaraciones a Dicyt. Y hoy en día sigue siendo muy difícil de ver, ya que se entierra entre grandes piedras. "Hay que prospectar cada rincón del río con batiscopios, instrumentos que sirven para ver el fondo", aclara el biólogo.

Las condiciones naturales de los ríos de régimen mediterráneo, que en verano sufren un importante descenso de sus caudales, no favorecen a las náyades, que son extraordinariamente sensibles. "Por eso están consideradas como un gran bioindicador, es decir, su presencia es señal de que las condiciones ecológicas son muy buenas".

Sin embargo, el tamaño de los ejemplares que se encuentran en el Águeda y el Alberche indica que estos moluscos, que pueden llegar a vivir 100 años, "hace tres o cuatro décadas que no se reproducen" y los adultos van muriendo de viejos certifica la información de Dicyt. Por eso, "se ha alcanzado el límite de viabilidad poblacional, el número mínimo de ejemplares que se necesita para tener una muestra representativa genéticamente y que se pueda reproducir en cautividad".

En el río Alberche se localizan "unos pocos cientos de ejemplares, pero fragmentados en poblaciones aisladas por azudes, lo que hace imposible que tengan contacto para su reproducción, de manera que todos los adultos de gran tamaño". En el muestreo, los investigadores han geolocalizado su posición para analizar los elementos que las amenazan y para que en próximas campañas pueda ser más fácil seguir su evolución.

La situación en el salmantino río Águeda "es mucho más delicada, tras la construcción del embalse de Irueña, que obligó a los científicos a rescatar a las náyades y reubicarlas, pero en este muestreo han comprobado que apenas ha sobrevivido el 5%, unas pocas decenas de ejemplares que podrían tener sus días contados".