La población de Pasariegos cumplió ayer con la tradicional romería de la Virgen de Gracia y lo hizo con un espíritu de devoción, convivencia y hermandad que solo se da en los pueblos que mantienen las costumbres imponiéndose a todas las circunstancias adversas, como es en este caso la marcada despoblación y las ausencias de personas. A la festividad religiosa y campera asistieron incluso descendientes de Pasariegos residentes en Valladolid y Salamanca que siguen fieles a la cita por devoción y amor al pueblo.

Los romeros eligieron para la ocasión el desplazamiento en coche hasta la ermita de Gracia, donde, a las 13.00 horas, tuvo lugar la celebración de la Euristía oficiada por el párroco Don David. Seguidamente los participantes se aprestaron a disfrutar de una comida campestre eligiendo, para la instalación de las mesas, el mejor resguardo del edificio de la ermita para evitar, de este modo, la frescura de los vientos.

Fue una comida compartida y hermanada, con mesas bien nutridas de embutidos, empanadas, las inexcusables tortillas, pollos asados, filetes empanados. Todo bien acompañado del vino necesario. No faltaron ni los postres ni el café ni las copas en una jornada tan especial y en un escenario tan impregnado y tocado por la naturaleza.

A los ámbitos de la ermita de Gracias acudieron ayer familias enteras, con bebés de meses en carros, algunos escolares y, a la cabeza de todos, Elisa Benéitez, de 93 años, que es una romera de toda la vida. Angelina de Pedro destacó la atmósfera de convivencia que reinó ayer entre los romeros y el hecho de compartirse viandas y todo lo necesario. A partir de las cinco de la tarde asistieron al rosario, oficiado por el sacerdote de Pasariegos Antonio González, para seguidamente retomar los vehículos y retornar de nuevos a sus hogares.