En estas dos últimas semanas se han intensificado los robos en iglesias y ermitas en la comarca de Sanabria. Los últimos asaltos se han registrado en las iglesias de Pedralba de la Pradería, Ungilde, Calabor y Santa Cruz de Abranes, además del robo en la iglesia de Lobeznos, hace más de 15 días que abrió esta oleada de asaltos a los templos.

Una de las últimas se produjo hace una semana en la ermita de la Virgen de la Encarnación de San Martín de Terroso donde los asaltantes forzaron la puerta de entrada, rompieron los limosneros y revolvieron la sacristía en busca de dinero. Más que objetos de valor, los asaltantes buscan dinero en metálico aunque sí se han echado en falta un rosario de plata de la ermita de la Encarnación y una patena aunque de escaso valor de la iglesia de Pedralba.

En todas las iglesias se ha verificado este mismo modo de operar, entre el jueves y el domingo, buscando dinero en los cajones de los muebles de las sacristías. La fechoría no se descubre hasta el día siguiente o dos días más tarde cuando algún vecino acude a la iglesia.

Tomando huellas

El párroco, Samuel Pérez, señalaba ayer que los daños provocados por la rotura de cerraduras y puertas son importantes. Los robos han sido denunciados ante la Guardia Civil que ha tomado huellas para tratar de averiguar la identidad de los asaltantes y ver si es el mismo grupo que está asaltando las iglesias de la Raya con Portugal, en la zona de Aliste.

Dos vecinas de San Martín de Terroso se afanaban este fin de semana en poner orden en la sacristía tras el robo ocurrido casi una semana antes. Los asaltantes además de forzar los dos limosneros de la Virgen, vaciaron todos los cajones con los libros de misa y las ropas del sacerdote y los mantos de las imágenes, especialmente de la Virgen, que se cuidan con todo el esmero para que unos desalmados los saquen como trapos.

Temor

Los bancos de la ermita de San Martín sirvieron de tendedero improvisado para airear y quitar la humedad de los mantos, casullas y estolas. Muchas de las prendas no se pueden lavar por su delicadeza de colores y bordados. "Los libros no se los llevan" dice una de las personas que entra a ordenar la ermita, se refiere a los misales más voluminosos en latín, ya olvidados.

Las palabras del párroco son proverbiales "ya verás cuando empiecen a entrar en las casas". Algo que teme más de uno y de ciento.