Aliste, su gente y sus pueblos han vivido unidos desde la noche de los tiempos al ganado vacuno. Bueyes, novillas y vacas fueron parte imprescindible de su vida diaria cuando todos los caminos eran de "herradura" y de "rodera", piedras, polvo y barro, y el único medio de transporte unos carros que tirados por la "pareja" hacían el acarreo de la facera a la era, la leña de la sierra al "cabañal" y el trigo del "muelo" a la panera. Días de sol a sol abriendo rectos surcos de sementera y tirando del trillo de Cantalejo. Solidarias "carrunas" donde todos los carros del pueblo iban a las canteras a buscar las piedras cuando una familia hacía su casa.

La "vacada" era la agrupación de las vacas de todos los vecinos para ir a pastar valles y colinas. Así nacía el "vaquero" contratado de San Pedro a San Pedro, como el "pastor" para las ovejas. Llegado el verano la presencia de sembrados llevaba a darle la ayuda de los "reveceros". Tras la Guerra Civil la vacada era de primavera y verano y la guardaban por roda los vecinos. A toque de campana salían por la mañana, sesteaban en "el sestil" y regresaban por la noche. Entre los pueblos con más vacas estaba Riofrío, en 1958, siendo vaquero Daniel Fernández, se llegaron a juntar 608 vacas. Cobraba en grano: en torno a 3 o 4 cuartillos de trigo o centeno por vaca. Famosas eran las luchas de toros en las ferias de Aliste y Tras Os Montes. Fue San Vitero tierra de Cristos (marzo y septiembre) con su ferias ganaderas donde tratantes de España y Portugal venían a comprar terneros que los lusos, engordaban para venderlos en Brasil. Las vacas tenían su nombre propio, "Cereza", "Mora" o "Bonita" y sí, que nadie se extrañe, por él se les llamaba y por el atendían. Eran parte de la familia, se las cuidaba con cariño y esmero. Ayudaban en el trabajo, daban carne y leche, compañía por prados y senderos. Fueron las vacas parte esencial en nuestras vidas alma de nuestra esencia. Ser ganadero nace del corazón y de la tradición, también de la necesidad: los ganados no necesitan títulos universitarios sino de sabiduría y tesón: y de ello, sí, nuestras gentes van sobradas.