Cozcurrita, asentado en uno de los escenarios que constituye todo un mirador del Parque Natural Arribes del Duero, vive en estas fechas sumido una paz social impresionante, solo quebrantada por los pocos residentes atareados en su quehaceres agroganaderos o que salen a la calle en los momentos apacibles. Pero es una localidad rebosante de vida, como todas, en periodos vacacionales. Lo prueban las pelotas incrustadas en la malla que corona la pared que sirve de frontón a los adolescentes. Constituyen una exposición de elementos al aire libre que llama la atención de los turistas que ponen los pies en este bello confín zamorano. "Son del verano, cuando juegan los jóvenes" expresa una vecina, que toma el sol en plena armonía con la atmósfera reinante, ambientada ahora por el trinar de los pájaros más que por las conversaciones de la gente.