Desde hace unos meses, corre el rumor entre la población e interesados por la observación del lobo ibérico en la Sierra de la Culebra que la manada más "turisteada" del entorno ha dejado de observarse, o en otras palabras, "se la han cargado". Y parece ser que razón no les falta a unos y otros. Desde noviembre del año 2015 hasta febrero de 2016 (momento en el que escribo este artículo) no se presentan avistamientos de ningún individuo, pero en cambio, sí que alguna que otra ceba para abatir lobo por parte del personal celador de la Reserva de Caza. Fue por octubre del 2015 cuando se denunció en prensa una práctica habitual de auténtico desprecio al motor turístico de la comarca, esto es, la muerte tanto de lobos como de ciervos frente a los turistas interesados en su observación. Casualmente, desde entonces, la manada dejó de sentirse.

Hagamos un conciso repaso del estado de la situación. Desde que se anunciaron los resultados del censo oficial ejecutado entre los años 2012-2013 hasta el momento no ha parado de incrementarse el número de cupos para cazar lobo. Claro está, la intención de sobredimensionar la población de lobos en un 20% da lugar a la justificación de este aumento. Un censo independiente realizado en la Sierra de la Culebra en el año 2013 evidencia la flagrante manipulación: la población de lobo en la Reserva es menos de la mitad que la declarada oficialmente. Pero es más, con la creencia generalizada de que la Sierra de la Culebra es exportadora de lobos a regiones limítrofes unido a la escandalosa manipulación de sus estimaciones de población, da como resultado una airada exigencia de control de la población por el sectarismo tradicional contrario a la existencia misma de la especie. La política de la administración castellanoleonesa y en concreto la de la dirección de la reserva es bien clara: ante presiones políticas: control, ante presiones mediáticas: control, ante los escasos daños correctamente contrastados a la ganadería: control, ante una hipotética pérdida de trofeos de ciervos: control, ante la presión social del turismo de naturaleza y en contra de la caza: control..., no en vano, en los primeros 20 años de vida de la reserva de caza se masacraron más de 200 lobos con el único fin de que prosperaran las traslocaciones de ciervos, no podemos esperar entonces que se entienda otro tipo de gestión con respecto al lobo ibérico que no sea su eliminación. Ante cualquier contratiempo que altere el orden de las cosas: ¡muerte al lobo!

Este parece ser el modus operandi aplicado de nuevo en esta ocasión. El territorio de la manada en cuestión se encuentra entre los términos municipales de Codesal y Boya, paraje conocido por el turismo de observación de fauna con el lobo como atracción principal. Por muchos será reconocible una pequeña construcción de piedra entre parcelas rectangulares de cultivo forrajero, pues bien, es dentro de esta construcción desde donde se decide la vida de estos animales. Para ello, se depositan los cadáveres de los ciervos abatidos por descaste o por trofeo con el propósito de que acudan los lobos sin ofrecer dificultades a cualquier cazador, diestro o no, la única facilidad es estar en posesión de cuantiosas sumas de dinero. Observaciones de campo han permitido averiguar que, al menos, se han producido tres aportes de este tipo durante la temporada de caza 2015-2016. Si consideramos que esta manada contaba con unos cinco individuos, de tener éxito las tres esperas realizadas y solo abatiendo a un ejemplar en cada jornada (cosa que me extraña), es de suponer que la unidad familiar se haya desintegrado o desestructurado gravemente. Durante un examen minucioso por los accesos del territorio vital, la consternación es el sentimiento dominante: no existen marcajes territoriales donde los hubo tradicionalmente y unas huellas cercanas a la zona de los aportes es todo lo que denota la existencia de los cánidos, difícil de averiguar si pertenecen a algún superviviente de esta manada. Estas circunstancias no son nuevas en la reserva, el censo independiente destapó la eliminación de una manada por su hipotética incidencia en la cabaña ganadera de Villardeciervos, ahora en este caso presumiblemente, por generar problemas el turismo con la preferente práctica cinegética.

Una manera de controlar al incómodo turismo de naturaleza se produce redirigiendo las visitas por medio de empresas turísticas acotando lugares destinados a la actividad y perjudicando las observaciones "libres" como parece ser el caso expuesto. Esto es lo que está sucediendo en el cebadero denominado como "Guardalabá" entre los términos municipales de Villanueva de Valrojo y Ferreras de Arriba. Los depósitos de piensos para atraer lobos, o los aportes regulares de carnazas para favorecer los avistamientos, junto a la actitud de algunos respecto a quienes no son bienvenidos en el ejercicio de sus derechos en zonas de tránsito público, ejemplarizan el funcionamiento anómalo de la recién creada Reserva de la Biosfera. En un intento de aparentar resolución antes las denuncias vertidas a este respecto se ha clausurado el cebadero con el desmantelamiento incluso de la "casamata", pero se producen aportes escasos, puntuales y personalizados. El traslado del nuevo cebadero ya es conocido en general y frecuentado, por supuesto, por las empresas turísticas beneficiadas con el privilegio como servicio oficial. La estafa comercial y graves perjuicios a la manada explotada es la seña de identidad.

En Murcia, en la Reserva de Caza de "Sierra Espuña", el sector servicios se está manifestando en contra de la actividad cinegética por que confronta con el turismo de naturaleza, fuente de ingresos que supera al de la caza y que dibuja un perfil de visitante culto, sereno, respetuoso con la vida natural y con nivel adquisitivo alto. Señores de los comercios y establecimientos hosteleros de la Sierra de la Culebra, ¿hasta cuándo van a continuar permitiendo que la gestión de la Reserva de Caza perjudique sus negocios?

(*) Técnico en seguimiento de fauna salvaje