"La idea de celebrar una matanza en Moraleja del Vino no es otra que dar a conocer a los más jóvenes una tradición que prácticamente se ha perdido". Era el argumento que la alcaldesa, Eva Calvo, expresaba durante el ceremonial que tenía lugar en esta localidad de la comarca representando una costumbre que a lo largo de los años ha servido para asegurar el abastecimiento de carne a la familia. El animal, de más de 170 kilos de peso, fue sacrificado a primera hora de la mañana, aplicándole la descarga eléctrica que marca la normativa de 2007 y en un lugar cerrado, sin presencia de menores.

Posteriormente, fue trasladado en el banco de madera hacia un lateral de la carretera que atraviesa la Plaza Mayor, donde comenzaba el chamuscado, lavado y apertura en canal el marrano. Unas labores llevadas a cabo con gran diligencia y limpieza, en las que participaron activamente vecinos del pueblo.

Centenares de personas acudían como espectadores a disfrutar de una jornada muy propia, con sol y frío, y en la que reinó en todo momento la alegría, a cargo de la charanga que animaba la fiesta en la que no faltaron los chupitos y las pastas.

Los más sorprendidos eran sin duda los pequeños que buscaban las primeras filas del lugar donde se llevaba a cabo la faena con ciertos remilgos ante la carnicería pero sin poder apartar los ojos de las labores de la matanza. Una tradición, que tenía su propio calendario, como reza el refrán, "a todo cerdo le llega su San Martín" y es que era hacia mediados de noviembre cuando se sacrificaba al cerdo por pura necesidad pues, como apunta otro dicho, "del cerdo hasta los andares". Chorizos, jamones, salchichones, costillas, tocino... con un coste muy económico para criarlo y que daba mucho de si colgado en los varales y guardado en las fresqueras o despensas durante todo el año para su consumo.

Chocolatada y baile

La manera artesanal del sacrificio casi no ha cambiado exceptuando que antiguamente era necesario el matarife para que diera el golpe certero con el cuchillo al animal, aunque ahora y debido a la normativa, hay que aturdirlo con la descarga eléctrica, aunque los entendidos consideran que este último método no favorece a la carne del cerdo. Las gamellas sirvieron para colgar al cerdo sobre una escalera de madera, una vez despiezado en barreños y artesas, sin olvidar la muestra para el veterinario.

De otro animal similar, salían los 150 kilos de chichas, que el Ayuntamiento repartía durante la cena entre las 750 personas que previamente habían abonado el ticket por el módico precio de un euro y que daba opción a la ración de carne, además del pan y la bebida. La tradicional matanza marca el preámbulo de las Candelas que se celebran el 2 de Febrero con el pasacalles amenizado por el grupo Tarasca Folk del Duero, el segundo encuentro de campaneros a las once y cuarto de la mañana en la iglesia de Santa María Magdalena y hasta la una, cuando el nuevo párroco de la localidad, Miguel Ángel Hernández, oficiará la misa.

El vermú se apunta en el suma y sigue de actividades mientras que por la tarde habrá lugar para los hinchables infantiles, la magia a cargo del Mago Merlín siglo XXI y la tradicional cata que se realiza por las bodegas del pueblo partiendo del bar Flamingo a las seis.

La chocolatada y el baile clausuran las Candelas 2016 en Moraleja del Vino.