La nueva ermita de la Pradera del Río mantenía en 1819, diecisiete años después de bendecirse, el altar sin dorar. En 1822 se pagaron 770 reales al maestro pintor Cristóbal de Isla, oriundo del Valle de Meruelo, en Santander, para dorarlo y darle pintura al colateral del templo. En 1826 se leaconocía también como "Ermita del Carmen", trasladándose a ella "El Señor" desde la iglesia pues, debido a su ubicación lejos del pueblos estaba expuesta a robos.