Algo está ocurriendo con el agua en Zamora, de forma especial en las comarcas de Tierra de Campos, Pan o la zona del Vino donde son cada vez más los pueblos obligados a instalar plantas potabilizadoras o recibir abastecimiento ajeno a la red porque no es apta para el consumo. El último municipio que se incorpora a la lista de agua contaminada es Manganeses de la Lampreana, donde ayer quedaba instalada una potabilizadora portátil como medida provisional previa a la construcción de una planta de ósmosis.

¿La causa? La última analítica presentada por los servicios de Sanidad de la Junta ha confirmado que el agua de Manganeses contienen "exceso de fluoruros". La primera medida del Ayuntamiento fue pedir a la Diputación el abastecimiento con cisternas, pero como el problema puede ir para largo se ha instalado la planta en la plaza para que los vecinos tomen el agua destinado al consumo o para cocinar.

Una escena que se repite cada vez con más frecuencia y que se extiende de forma preocupante por la tierra de Campos-Pan-Lampreana. En estos momentos la Diputación tiene instalados equipos de potabilización en Pobladura de Valderaduey, Villamayor de Campos, Moreruela de los Infanzones, Benegiles y San Vitero, a los que se suma Manganeses de la Lampreana. En la gran mayoría de los casos la contaminación viene provocada por un exceso del nivel de fluoruros, que también afecta a Piedrahíta de Castro, donde la población está siendo abastecida con camiones cisterna. A estas alturas la Diputación ha financiado alrededor de una veintena de potabilizadoras en la provincia.

A la hora de buscar una explicación a este fenómeno los alcaldes admiten no saber qué está pasando para que el agua que se ha bebido toda la vida del grifo ya no sea apta. "Nos dicen que es el propio terreno el que da el fluoruro; nosotros ya llevábamos tiempo con las analíticas al límite y era cuestión de tiempo que se declarara no apta" precisa Juan Carlos Bueno, de Manganeses de la Lampreana. "La composición del suelo, la dureza y conductividad, porque estamos muy cerca de las Salinas" añade Argelina Deza, regidora de Villalba de la Lampreana. Por no hablar de los productos químicos derivados de la agricultura.

Manuela Crespo, alcaldesa de Moreruela de los Infanzones, no descarta que estos "positivos" tengan relación con "una mayor exigencia en los controles de calidad; antes no se analizaban tantos parámetros ni había las exigencias que llegan de Europa".

Consideraciones al margen, la preocupación es evidente. Desde la propia Diputación, la presidenta Martín Pozo ha anunciado la elaboración de un estudio para conocer las "causas reales" de los problemas de abastecimiento y buscar soluciones. Ya en el año 2013, viendo el creciente número de pueblos con el agua contaminada, la institución puso en marcha un proyecto pionero e innovador para ir sustituyendo los camiones cisterna por las plantas portátiles. A estas alturas resulta chocante y no menos primitiva la imagen de los vecinos cargando con botellas y cacharros o ayudados de carretillos; "un calvario" en palabras de la alcaldesa de Villalba de la Lampreana, donde también ha pasado por las cisternas y el equipo portátil hasta que se ha construido la planta.

Pero incluso con las portátiles las personas tienen que transportar el agua hasta sus casas. "Hay mucha gente mayor a la que le cuesta trabajo andar así" expresa Valeriano Martín, alcalde de Benegiles, donde también a la espera de la planta hay que acudir a por el agua al equipo portátil.

Y si algo preocupa realmente a los alcaldes es el coste que acarrea una nueva infraestructura para los ayuntamientos, cuyos ingresos exiguos en muchos casos no permiten hacer frente a los gastos y entonces no queda otro remedio que repercutirlo en los vecinos. "No nos va a quedar otra que subir el agua porque la planta cuesta dinero mantenerla" admite Juan Carlos Bueno. Y en la misma idea abunda Manuela Crespo, quien no obstante admite que "es difícil explicarle a la gente que el agua es un servicio básico y tenemos que pagarlo; instalar en un pueblo pequeño una planta al nivel de una ciudad puede duplicar el coste". La alcaldesa de Moreruela espera que el nuevo equipo esté listo en pocos meses.

"Tendremos que repercutirlo en los recibos pero la gente yo creo que está mentalizada porque no tenemos otro remedio que poner medidas si queremos consumir el agua del grifo", apunta la regidora de Villalba. Y en el caso de Quintanilla del Monte el Ayuntamiento aprobó un "impuesto especial para pagar la parte proporcionar de la planta, unos 4.800 euros" explica el alcalde Miguel Barrero.