Un día típicamente invernal, con mucho frío y nevisqueando, recibió ayer a la Visparra de San Martín de Castañeda. Pese a las inclemencias, la tradicional mascarada del "balcón de Sanabria" exhibió colorido y animación, sin dejar de llamar la atención de forasteros que, provistos con sus cámaras de fotos, no dudaron en acercarse hasta el pueblo para contemplar e inmortalizar esta fiesta ancestral.

Jóvenes y niños del pueblo dieron vida a los distintos personajes que conforman esta celebración de invierno, cuyo ritual comienza cuando los enmascarados se colocan las vestimentas en las antiguas escuelas y salen transformados a las calles para pedir el aguinaldo.

La Talanqueira, mitad hombre mitad animal, los Visparros representando las debilidades; la Dama asustando a los espectadores con una verdasca y el Ciego que porta una talega con cernada con la que mancha a los mismos espectadores componen un singular y esperpéntico cuadro que protagoniza el pasacalles mientras hacen sonar los cencerros con toda su fuerza.

Los copos de nieve se confundían con un cortejo al que los actores dan vida con antiguas canciones a la vez que piden el aguinaldo que consiste en viandas de la reciente matanza y bebidas para hacer una merienda para todo el pueblo. Antiguamente la Visparra o Talanqueira era una gran fiesta que la despoblación ha ido mermando aunque la recuperación de la mascarada hace unos años y el empeño de los vecinos en mantenerla han situado en esta fiesta entre el conjunto de mascaradas de la provincia que están adquiriendo gran auge y llaman la atención de estudiosos y fotógrafos.

La coincidencia de la mascarada con la noche de Reyes unió a la Visparra con Sus Majestades, que recalaron a caballo en el Monasterio de San Martín de Castañeda y llevaron la ilusión a los más pequeños.