Latedo, pequeña localidad alistana perteneciente al municipio de Trabazos y colindante con Quinta de Vale de Pena en Tras Os Montes, mantiene viva una de las más ancestrales tradiciones y oficios consuetudinarias de la Península Ibérica: la elaboración de aceite utilizando sólo la fuerza humana y animal. Una labor que en Aliste se mantiene en el único de sus pueblos que tiene olivos que a su vez producen olivas en cantidad y calidad. Los vecinos llaman a su almazara lagar y "llagar", un viejo molino donde se elabora la aceituna para extraer el aceite manual. Una construcción de más de cien años que, sin embargo, está en perfecto estado para poder funcionar y desarrollar su labor.

El lagar consta de cuatro partes principales, destacando el "molino de sangre", que realiza la molienda de la aceituna, constando de una pila o solera en la que se aloja una gran muela de granito, conectada a unos ejes de madera y acero, siendo accionada, antaño por una pareja de vacas y ahora también por una mula, caballo o yegua. Luego está la espectacular prensa donde los vecinos colocan la aceituna, ya molida, dentro de las "eras" o "capachos", prensándola para separar el aceite del orujo. Es un mecanismo de palanca que consta de una viga de negrillo, fija en una pared por un extremo y con un contrapeso de granito de 3.00 kilos en el otro que es el que aplica la presión de prensado alcanzada, accionada por cuatro hombres.

Existen las pilas o pozuelos, depósitos de decantación y obtención del aceite, como las canalizaciones que los unen, excavados en la roca, utilizados para separar por decantación el aceite del agua que se usa en el proceso de prensado.

Carlos Blanco Fernández, vecino y experto, asevera que "tan importante como el edifico en sí, son las vivencias e historias que encierra entre sus paredes, importantes para todas y todos los que fuimos envueltos por el humo, el vapor de agua y el aroma del aceite virgen recién elaborado" y recuerda tiempos de infancia: "Nada más entrar en el lagar me viene a la mente los recuerdos de hombres, mujeres y animales trabajando, al calor del fuego con los chasquidos de las urces verdes al arder y vuelvo a sentir el olor a aceite recién obtenido y el sabor de las tostas de hogaza de pan casero sumergidas en aceite aun caliente, espolvoreadas con azúcar. El proceso era y es una fiesta, ejemplo de trabajo colectivo como la trilla, la matanza y la vendimia, señas de entidad de este pueblo de Latedo".

Participaron en la vivencia alistana más de 200 personas llegadas de lugares tan dispares como Miranda do Douro, Madrid y Valladolid: "La climatología este año no ha sido buena, baja producción de aceitunas, pero aceite excelente".