Quintanilla del Olmo y Prado renovaron ayer su hermanamiento mediante la tradicional rogativa que tiene lugar cada primero de mayo. Un inestable y ventoso día de primavera acompañó a los vecinos de ambos pueblos que partieron a la misma hora de Prado y Quintanilla del Olmo respectivamente en procesión acompañando a la Virgen del Rosario, San Isidro y San Antón, protegidos con plásticos ante una amenazante lluvia que pudiera dañar las tallas. Los romeros se encontraron a mitad de camino entre los menos de dos kilómetros que separan a ambas localidades, donde se produjo el intercambio de bastones sobre un escenario típicamente terracampino, con los campos de cereal en pleno crecimiento y un saludable verdor.