"De los de mi generación para arriba no pasa ningún sayagués por esta carretera sin mirar hacia la ermita y sin rezar una salve". Sostiene José Antonio Panero, maestro jubilado y estudioso de la comarca, que ni el declive de los pueblos ni el despoblamiento ni el paso del tiempo han podido con la devoción de muchos sayagueses hacia aquella Señora que, según cuenta la leyenda, se le apareció al pastor Francisco García allá por el año 1487, a la altura de Villamor de Cadozos, a medio camino entre Almeida y Bermillo.

Aquella revelación sentó los cimientos de un centro de espiritualidad alrededor del cual se generó una importante actividad social y económica durante los siglos XVIII, XIX y la primera mitad del XX. "Hacia 1487, ya próxima la rendición de Granada, se levantaron una serie de templos en estos altos pensando quizás en la sacralización de cultos paganos. Y fue a partir de la aparición de la Virgen a ese pastor -viniendo por la calzada romana que unía las minas de oro de Villardiegua y Pino del Oro, y las de estaño de Villadepera con Bletisa (Ledesma) camino de Salamanca y de ahí a Sevilla y Roma-, cuando comienza el apogeo de una feria" explica Panero.

Es muy probable que aquel emergente centro de peregrinación y la celebración de romerías de pueblos del entorno diera lugar a las ferias del día 9 de cada mes. Especial relevancia tenían las del 9 de mayo, cuando los labradores se aprovisionaban de aperos para las labores del campo, y el 9 de septiembre, después de las cosechas.

"Esos días había misas continuadas, los pueblos venían en procesión y a la vez que rendían culto a la Virgen compraban en el mercado y se quedaban a comer" cuenta Javier Fresno, párroco de la ermita y de los pueblos de la zona e impulsor de una comisión creada con el objetivo de recuperar parte de aquella fortaleza en torno a la ermita de Gracia, donde se honra a la patrona de Sayago. "Venían con la cruz parroquial Carbellino, Roelos, Salce, Pasariegos, Bermillo, Almeida y Villar del Buey" precisa.

José Antonio Panero describe el calado de aquellos mercados en torno a la ermita, hasta donde llegaban feriantes de Salamanca, de Valladolid, de Palencia... "Primero fueron de ganado pero poco a poco se fue enriqueciendo hacia un mercado mucho más importante y variado donde se colocaban mesas con los tenderetes y había una especie de tejadillos a dos aguas para que los artículos estuvieran a buen recaudo por si llovía". Venían carniceros que preparaban carne asada para los feriantes, llegaban los arrieros para trasladar los animales que se compraban en los tratos, era una época de trueque con toda la vitalidad comercial que ello conllevaba. Venían los bataneros "a entregar las piezas que tenían abatanadas y recibir otras para abatanar, sobre todo las mantas que se hacían en los telares de Sayago" cuenta Panero.

También era llamativa la presencia de curanderos "para ofertar sus plantas y sus conjuros, remedios preventivos y curativos para las personas aojadas (con mal de ojo). Todo esto tenía relación con la devoción a la Virgen de Gracia como punto de partida".

Quizás la más esclarecedora imagen de tan bullicioso y floreciente mercado la da una fotografía tomada en los años 40 desde el campanario de la ermita, que describe por sí misma la vitalidad de aquel ferial. En el espacio donde se ubicaban las casetas hoy quedan unos bancos de piedra con la soledad como compañera de un páramo plagado de encinas. Es el cuadro más descriptivo de lo que hoy representa la ermita de Gracia. Un descuidado santuario erigido sobre la altiplanicie al que se han añadido los depósitos de agua y una torre de vigilancia de incendios. El espacio toma cierta vida a partir del Domingo de Resurrección cuando comienza el ciclo de romerías de los pueblos hasta el 9 de septiembre.

De aquella actividad en el teso de Villamor de Cadozos tan solo queda el testigo de la ermita. Ni siquiera se conserva la casa del ermitaño, la persona que tradicionalmente velaba por el templo y estaba a su cuidado y que también, cuando se celebraban las ferias, "aprovechaba para poner su barra y vender su vino, su aguardiente o los cacahuetes, que eran muy típicos" describe José Antonio Panero.

Aquello no volverá. No se dan las circunstancias -"con la mecanización del campo fueron decayendo las ferias"- y tampoco los pueblos conservan la vitalidad humana y económica de antaño. Al menos se pretende "aprovechar la devoción para mantener la ermita en buen estado y, si no revertir todo lo que había alrededor, que al menos se disponga de una mínima infraestructura para que la gente pueda venir y estar a gusto".

Lo defiende el sacerdote Javier Fresno, promotor de esta revitalización de la ermita de Gracia y de la comisión creada para impulsarla. En la misma están vecinos de los pueblos que rinden culto a la Virgen de Gracia: Villamor de Cadozos (sobre cuyo término se levanta), Pasariegos, Almeida, Bermillo, Villar del Buey, Carbellino y Roelos. "Lo propio es restaurar el la ermita y tener una infraestructura para que pueda ser un lugar de reunión y de convivencia. Ahora mismo no hay baños, no hay un lugar donde resguardarse si llueve; las pocas intervenciones que se han hecho han sido para destruir más que para construir" expresa sin ambages Javier Fresno.

Germán Panero, arquitecto y miembro de la comisión de pueblos "pro ermita de Gracia" valora que aunque la situación general del templo "no es mala", sí destacan "dos problemas importantes: la entrada de agua desde abajo y sobre todo desde arriba; la cubierta se cambió hace unos veinte años, se mueve mucho y tiene muy poco mantenimiento". Por ello, a falta de un "plan director" más ambicioso, la obra más urgente será el arreglo de la cubierta y en ello andan ya los sayagueses embarcados en este empleo.

"Lo importante es la conservación del edificio en buenas condiciones pero habrá que irlo abordando a medida que haya disponibilidad". Un asunto, el económico, que el párroco no ve insalvable porque "estoy convencido de que los vecinos van a responder en cuanto hagamos una petición de aportaciones voluntarias para arreglar la ermita".

Otra cosa será la más ambiciosa empresa de revitalizar el entorno "mediante construcciones para que la gente se congregue y disfrute. En ese caso son imprescindibles unos baños, un espacio cubierto. Antaño la ermita estuvo rodeada de casetas donde se hacía el mercado, un espacio de mucha afluencia y muy significativo en la comarca pero que se ha vaciado de contenido" reflexiona Germán Panero.

Miguel Alejo -sayagués de Almeida que fuera delegado del Gobierno en Castilla y León- participa en esta iniciativa, precisa, en la estricta condición de "feligrés". "Creo que hay que trabajar entre todos; la iglesia con el párroco, los ayuntamientos con sus alcaldes, los empresarios y los sayagueses de a pie. Porque si hay quien marca un poco el camino, vamos todos detrás; se trata de marcar la senda para mantener lo que tenemos y recuperar entre todos lo que podamos de lo que teníamos. Solo hace falta alguien que tire del carro y nada de resignación" recalca en tono incisivo.

Se trata de que, esta vez sí, los intentos de impulsar la ermita de Gracia y todo lo que conlleva la devoción a la patrona de Sayago no caigan en saco roto. Han sido sobre todos los empresarios a través de la asociación comarcal los que pretendieron emular la fortaleza social de antaño. Hubo alguna celebración del día de la comarca, la fiesta de la propia asociación de empresarios, sayagueses relevantes dieron el pregón en el paraje de Villamor de Cadozos. Y hasta se diseñó el proyecto de una nave de servicios múltiples en el entorno de la ermita.

"Hacemos muy poco por poner en valor lo nuestro, hubo varias iniciativas para acabar con la soledad y el abandono de este espacio y no hemos sido capaces de hacerlas realidad" manifiesta en tono autocrítico Isaac Macías, también miembro de la comisión y ex presidente de la Asociación de Empresarios de Sayago.

"Lamentablemente no hemos tenido la habilidad como en otros sitios de mantener la importancia de este lugar. Porque no hablamos de cualquier cosa, es la patrona de Sayago" precisa en la misma línea el párroco.

Y si José Antonio Panero aplaude la idea de enaltecer la "casa" de la Virgen de Gracia es porque "se mantiene la devoción; si no hacemos algo, esto se cae y se acabó". Otra cuestión será la idea de que un día, puede que no muy lejano, la ermita de Gracia asuma el estatus de gran parroquia de la zona y allí vayan los feligreses a misa en lugar asistir a las celebraciones en sus pueblos. Un modelo cada vez más inviable por la falta de curas y el descenso de feligreses. Pero eso es otra historia.